sábado, septiembre 25, 2010

Cocinando con Victoria.

El otro día mi mamá me pidió que me encargara de comprar durante la tarde hielo y Pepsi light para ella.
Después de un día totalmente perdido y de diligencias inútiles, fui a comprar las cosas al abasto, en ese momento tuve de esos antojos indescifrables que le dan a uno. Queres comer algo, pero no sabes qués es. Solo sabes que necesitas comer.
Así que empecé a buscar por todos los pasillos y todas las neveras algo que me provocara. Encontré ‘muslos de cangrejo’, muy caros… encontré chupe de camarones, muy caro también. Bueno… ¿tequeños? En la casa hay, y no me provoca. Ok, no… no se que quiero. PLIN me volteo, estaba la carnicería. ‘Sopa de Pollo’ me dije. Si, hoy quiero sopa de pollo.
Sin saber muy bien como haría después de comprarlos, pedí dos pechugas. De paso tuve los balones de pedirlas completas “¿Con hueso?” me preguntó el señor y yo “Si, si… por favor” ¡¿CON HUESO?! No sé porqué, pero creí haber escuchado que eso le daba más sabor.
Después de que llegué a la casa logré aguantar la tentación de comer arepas y evitarme cocinar, no sé cómo. Pues sí, a eso de las 9pm decidí empezar a cocinar. Todo era una total improvisación. He visto a mi mama hacer sopa de pollo muchas veces, pero jamás me he puesto a detallas qué y cómo lo hace.

Aquí empieza la improvisación:
Saco las dos pechugas de la bolsa. Esa broma venia hasta con corazón (o no sé qué era, pero era un órgano chiquito y asquerosito). A quitárselo. Termine teniendo que usar las manos -sí, que asco, lo sé-. Le quito los organitos esos. La piel no se veía muy soposa, así que también decidí quitársela, eso ya fue una tarea más amena.
Pues sí, llené una olla con agua, le eché sal y algunas ramas verdes (no sabía cuál era cuál, así que me dije a mi misma ‘echa de todas’ y eso fue lo que hice). Luego me dije, ok, todo lo demás, ¿se sofríe? Creo que no se hace, pero yo decidí hacerlo. Sofreí cebolla, ajo, pimiento, ají dulce, zanahoria rallada (si, la ralle, no sé porqué), tomate, sal y pimienta.
Cuando termine el sofrito -que era de lo más alegre, la verdad- plum, a la olla (Pequeño reguero de agua alrededor incluido) lo dejé cocinando no-sé-cuánto-tiempo. Al terminar lo colé y me deshice de todas esas verduras para solo quedar con el caldito, al que le eche una pechuga de pollo, muchos fideos y de vuelta al fuego.
Les cuento que a la hora de comérmelo me daba hasta un poco de miedo probarlo (había decidido que no probaría nada mientras cocinara). La primera cucharada, entre las yagas que me habrían de haber provocado en la boca -de lo caliente que estaba-, fue por mucho, uno de las mejores sopas de pollo que me he comido en mi vida.
Les juro que me comí ese plato de sopa echa por mí y por mi improvisación con un enorme gusto y con una nueva sonrisa en la cara.
 Después de todo, La Sopa de Pollo lo cura Todo… Hasta el mal humor.

Esto es lo que quedó -los primeros platos tenían un poco mas de caldo-
Nota: Quizás no se vea tan apetitosa -lo-sé-, pero estaba excelente.

Victoria B.

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