martes, agosto 31, 2010

Divertidas Andanzas Entre Coloridos Venezolanos.



Hoy recorrí calles y calles de Caracas, me paseé todo el centro en búsqueda de un edificio del cual tenía la dirección más chucuta que se puedan imaginar.
Mi mamé siempre me dijo desde que era pequeña que el centro de Caracas era demasiado peligroso, me infundió ese terrible miedo que le infundes a un niño chico y que cuando uno crece, ves que las cosas no son tan seguras, no, en eso tiene razón, pero tampoco es para ir vestida de recogelatas y dejar todas mis pertenencias escondidas en mi casa.
Pues sí, dejé a Copérnico (para quien no sabe Copérnico, es mi carro) estacionado, botado, solo en un estacionamiento cerca de mi casa, porque la chigüire que está aquí, tiene carro pero no licencia, así que lo dejé botado y arranque ya muy tarde en la mañana -10am- mi aventura, sorprendentemente llegue a la estación Nuevo Circo a eso de las 10.40am. Antes de salir de la estación, pregunto a uno de los trabajadores del metro si sabía dónde estaba el edificio del CNU, el no sabía, le pregunta a su compañero, me mandaron a salir por una de las escaleras -sin mucha explicación del qué hacer luego- así que salí y seguí mis instintos, que tomando en cuenta que no sabía a dónde iba, eran casi remotos. Así que empecé a caminar en dirección a la zona con mas edificios, eso me dijo mi sentido común que hiciera, vi un kiosco, dije “ah, alguien que trabaja por aquí debe saber más o menos hacia dónde esta esto” pregunte, el señor fue de lo más amable, pero discúlpenme ustedes, yo no sé cómo ese hombre llega a su trabajo todas las mañanas, no tiene idea ni de donde estaba parado. Eso mismo me pasó con el frutero de la esquina, y con los empleados del café de la otra esquina de enfrente. Ya ahí al menos sabía dónde estaba, porque hace no mucho estuve dando tumbos por esos lares, me ubiqué –relativamente- al menos ya sabía cómo llegar a la estación de metro más cercana.
Decidí pensar un segundo volteé y divisé las Torres del Silencio, me quedé viéndolas pensando que el maldito edificio del CNU podía estar tan cerca de ellas como podía estar al lado completamente contrario. Empecé a caminar sin mucha idea de adónde iba, como suelo caminar muy rápido pasando a la gente, llegué a ver unos metros más adelante a algún funcionario de no sé qué. Al acercarme un poco más ví que era bombero, un bombero que trabaja por ahí seguro sabia un poco mejor de las direcciones ‘¿sino como va a ir a apagar cualquier incendio?’ –me dije-.
Empecé a caminar más rápido aún, lo alcancé justo cuando terminamos de cruzar una calle. Al principio me vió con mayor extrañeza que todos los demás a los que les había preguntado, lo entiendo, digo, que una muchacha te aborde en medio de la calle, no es el común denominador de todos los días (o al menos eso digo yo).
El sí sabía hacia donde estaba la antigua sede del Banco Caribe (actual edificio del CNU) y SÍ sabía que NO estaba parado en la parroquia catedral. Me dijo muy a lo venezolano “En esa esquina del edificio verde, cruza y sigues pa’ arriba, por ahí cualquier persona sabe donde estaba el Banco Caribe. Igual tu metete por la avenida universidad”.
La dirección no fue la más clara que me pudo dar, pero fue la primera persona que me ayudó verdaderamente en todo el día, le di unas inmensas gracias y agarre hacia el edificio verde para empezar a caminar para arriba.
Ok, llegué arriba, ¿ahora qué? Una vendedora de una tienda me dice “Guenas, a la orden” y yo le respondo “Bueno, de aquí no quiero nada, pero, ¿me puedes ayudar con una dirección?” después de verme con cara de desprecio, accedió. Le dije, no supo y me mando a volar, pero justo al lado de ella había otro muchacho que también trabajaba en la tienda que sí se tomo la molestia de ponerse a pensar y de preguntarle a las otras dos que trabajaban ahí (por eso yo digo que siempre hay que preguntarle a los hombres, las mujeres son unas amarguetas). Solo una sabia hacia donde estaba el ACTUAL edificio del Banco Caribe, me conformé con esa dirección, si lo encontraba, ellos me dirían dónde estaban situados antes. Agradecí nuevamente y seguí mi camino. Casi me mató una moto saliendo de ahí, el muy desgraciado venia en contravía, solté una cuerda de improperios, me serené y seguí caminando.
Encontré el cartel de la avenida Universidad, “vamos por ahí pa’ dentro” me dije. A mi izquierda la estación de metro de la Hoyada, “ya sé al menos adónde regresarme en caso de no encontrar nada.” Empecé a caminar, pregunté a un manguero en la esquina, me dijo que entrara por esa calle. Yo entré, encontré un enorme banco –del cual no recuerdo su nombre- pero no era el Banco Caribe, y en vez de preguntar ahí adentro, opté por preguntarle al señor del kiosco que había enfrente, me dice “Es la calle de atrás a esta, sigue por aquí, cruza a la derecha y vuelves a cruzar a la derecha. Ahí vas a encontrar el edificio del CNU”. Mis gracias fueron tan insistentes que el señor me terminó diciendo que me tranquilizara al tiempo que me deseaba suerte.
Por fin estaba cerca, por fin alguien sabia adónde me dirigía. Agarré mi rumbo siguiendo las direcciones. Finalmente llegue a la esquina Dr. Paúl. Reconocí el lugar inmediatamente, SEÑORES, ¿CÓMO NO SABÍAN DONDE ESTABA LA ESQUINA DR. PAÚL? Por dios, es una de las más próximas a la casa del libertador. Me eche a reír yo sola, sorprendida de la falta de conocimiento en direcciones concretas de nosotros los venezolanos, al tiempo que pensaba “si me hubieran dicho que está cerca de la casa del libertador, llego más rápido… debí preguntarle a mi mama cómo llegar, ella me lo habría dicho…”.
Caminé esa cuadra en búsqueda del edificio del CNU, vi a mi derecha el Banco Caribe, pero en todo eso no vi nada del CNU. Terminé la cuadra y empecé la próxima “Esquina Salvador de León”, decía. “¿Esas eran las dos esquinas que delimitaban mi paradero, ¿Cómo es posible que no lo haya visto?” me di la media vuelta. Finalmente, se me ocurrió preguntar en ese enorme edificio que no tenía nombre. El señor me dijo que sí, afirmativamente, ese era el edificio del CNU, pero que atención al cliente era cruzando en esa cuadra, al lado de el Castillo. “Igual ya se fueron a comer, abren de nuevo a la 1” –me dijo- “¿y qué hora es?” pregunte evitando sacar a Rodolfo (mi celular) para ver la hora. “Son las 12.10”. “Gracias señor” preferí ir a encontrar a donde tenía que ir luego de la hora de almuerzo, no encontré nada ahí. Igual decidí irme a comer. Ahí estaba la cachapera que yo recordaba con las mejores cachapas desde… siempre.
Hoy descubrí, que no son tan buenas. No sé si es que desmejoraron en calidad o que simplemente me había engañado toda mi vida.
Terminé de comer con 15 minutos de sobra. Me senté en la plaza a matar tiempo mientras veía burbujas flotar en el aire, reluciendo con los rayos del sol que traspasaban los arboles, se veían realmente hermosas ‘foto mental’, pensé. Me divertí viendo a los niños que jugaban a explotar las mismas buebujas, reían constantemente. Que divertido era ser niño, te divertías con todo.
Son la una, me levanto, agarro rumbo, busqué de nuevo siguiendo las indicaciones. Yo estoy ciega, ahí no había nada. Volví al edificio principal, llegué con mi mejor cara de rubia tonta. Entro al edificio por las escaleras de bajada que eran las que se veían más abiertas al público.
No había bajado ni la mitad de las escaleras cuando un muchacho que viene subiendo -que me vio fijo desde que entre- me dice “no es aquí”. ¿Cómo sabe el que no es aquí? ¿Cómo sabe a dónde voy? “Pero esto no es el CNU?”, le replico. “si, pero atención al público es en la otra calle” e hizo ademán de que subiera las escaleras, al llegar arriba me dijo que igual no estaban abiertos, que abrían a la una. Le dije que ya eran la una. Y me dice: “bueno, aquí, cruzas a la derecha”, “por la farmacia” –digo, haciéndome de la que se me esas calles #siestabien- y el “Si, si. Bueno por ahí, unos…. Mmmmmm… cien pasos más arriba, vas a encontrar la entrada, es una entrada chiquita, es al final de eso” no pude evitar echarme a reír “¿Cien pasos? –sigo riéndome- ok, no, un punto de referencia, por favor” -le dije-, “bueno en verdad no se qué tiendas hay por ahí”. Yo le digo “bueno, grandes, en esa cuadra están El Castillo y General Import” y el “¡¡Ahí mismo, entre esas dos es!!” Volví a ir, la única entrada –para nada pequeña- que había era al edificio ‘Seguros Caracas’ y ahí mismo era. No sé que costaba decir que era ahí, pero al parecer nadie lo sabía.
El proceso fue lo más rápido del mundo. No estuve ahi más de 10mins. Asi que decidí emprender otra aventura, me iría al Parque del Este a renovar mi cédula.


Finalmente quiero culminar diciendo que no importa lo que mi mamá me haya dicho del centro, hoy reafirme lo que ya creía, tampoco es como para ir vestido mal e ir corriendo. Además de ello, recordé y experimenté repetidas veces que el venezolano siempre te ayuda, hoy me encontré con muchos buenos ejemplares del venezolano común, dispuesto a ayudar, de buen humor, que no sabe nada de direcciones y que cuando dan una, siempre hablan de “el edificio verde” o “cien pasos más arriba, más o menos”. Disculpen que aúpe esa actitud, pero me parece tan venezolana como unas arepas con caraotas refritas y queso rayao’, así que no puedo evitar reírme de eso y decirles que:

No me importa que las calles estén sucias, que los políticos sean unos ladrones y que nadie termine de hacer nada por mejorar la situación, sea como sea:
Amo a Venezuela y a su gente.

Victoria B.

lunes, agosto 30, 2010

Una tragedia no tan trágica.

Me dirán loca, me dirán llorona, me dirán que soy una niñita. Pues sí, supongo que lo soy.
Hoy tenía que ir al odontólogo, ¿no? Bueno, anoche, yo juraba y perjuraba que eso debía ser en la tarde, como una cita odontológica NORMAL. Así que me tome esas libertades que se toma uno cuando está de vacaciones y no tiene compromisos en horas tempranas, dígase quedarte haciendo NADA hasta tarde. Pues si, yo me acuesto tranquilamente a las 4am para ir al odontólogo a eso de las dos de la tarde, normal.
A las 7 llega mi mama al cuarto “Victoria, no sé si la cita es a las 8 o a las 8.30, pero vamos a llegar a las 8 por si acaso.” Y yo “¡¿AH?!” mi madre se fue del cuarto ignorando mi exclamación, supongo que no grité tanto como creo, tomando en cuenta que estaba muy dormida.
Yo pues nada, me arregle lo más rápido que pude -despues de que logre despertarme, cosa que tomo al menos un cuarto de hora- pero terminamos saliendo igual a un cuarto para las 8. Para mí que íbamos bien, para mi mama íbamos tardísimo. Al final llegamos al OdontoSanitas del Vizcaya a eso de las 8.10am. Empiezo a escuchar que a un tal Alejandro que estaba varias personas al frente en la fila le dicen que si su cita era a las 8 tenía que haber llegado media hora antes de lo estipulado, –aun cuando ellos abren sus puertas a las 8am- (no lo entendí antes y sigo sin hacerlo) pues si, había que llegar media hora antes, ahí me tranquilice, dije “perfecto, no llegamos a tiempo así que no nos atienden, ¡Yeih!”. Cuando llegamos a que la Sabrina nos atienda, nos dice que no, que nuestras citas son a las 9 yo y a las 10 mi mama. Jum, así que si llegamos SUPER a tiempo ¿Qué alegría, no? Empece a desear que viniera u desastre natural. Un terremoto, algo que me diera excusas para huir.
Empezamos a esperar y esperar y a eso de las 9.15 me llaman a mí a entrar, la tipa súper amable me trata como si me conociera de siempre, es de esas mujeres que tienen una voz tranquilizadora. Sin embargo, con los nervios que yo cargaba, mi única respuesta a todo era un pequeña risita nerviosa, de tranquilizarme, no logro NADA. Me dice que me van a hacer unas radiografías, y me deja sola, en un cuarto totalmente blanco, con muchos aparatos color metálico y blancos y una silla íngrima y sola en el medio, forrada de un cuero azul cielo bien desabrido –de esos que solo ves en lugares como clínicas u odontólogos-.
Ya que me dejaron sola, ¿Qué hago? Me entretengo, empecé a dar vueltas en la silla marenadome, hasta percatarme de que hay una asistente viéndome, creo que con cara de mal humor, yo no se, estaba mareada. Me pone un aparatucho incomodo en la boca y se me acerca con una de las maquinas raras que había ahí a la boca, sale del cuarto con el control en mano -mientras a mi me matan con los rayos que salgan de ahí, ella está afuera apretando el controlito-. Entra, cambia la plaquita del aparato incomodo y sale para repetir el proceso en el otro lado. Al terminar me dice “Salga y por este pasillo al final, la sala 6”.
Vergación, ok, es el momento, en cuanto entre allí, ya no podré huir, en este trayecto me despedí de mis amigos en twitter, así como para que supieran que si no volvía a escribir, es porque había muerto en el intento de arreglarme los dientes. Entro y primero la doctora me hace todas las preguntas del mundo, desde cuantas veces me cepillaba los dientes al dia hasta que si tenía sospechas de embarazo. Iba llenando una planilla con cada una de mis respuestas.
Terminó la parte teórica y divertida, ahora se me acerca ella, baja la silla, me dice que me ponga cómoda, cuando está ahí, viéndome -las dos en silencio-, ella esperando a que yo abra la boca, le digo “Ok, no te lo tomes a mal, no es nada personal, pero te tengo miedo. Bueno, no a ti, a la situación :)”. Obviamente entendió a que me refería y se echo a reir mientras me decia que me tranquilizara que 'ahorita' no iba a hacer nada, pues supongo que no debo ser la primera que esta cagadisima frente a ella, asi que la deje no hacer nada, por ahora.
Llega una asistente a la sala –le llamo asistente porque dudo que esa mujer pueda ser llamada ‘enfermera’- la doctora se pone a revisar mis dientes uno a uno llamándolos por sus números y dando referencias odontológicas raras a cada uno de ellos -para alguien que no entendía nada, todo sonaba a que mi boca estaba podrida con cojones-.
Al terminar, agarra el taladrito y me dice “voy a empezar con esta del frente, si te duele me avisas para ponerte anestesia.” (Yo siempre evito que me anestesien porque ODIO las agujas), ella empieza a taladrar, duele. Me pregunta “¿Te duele?” al ver la mueca que no pude evitar, si, mueca de dolor. Hago una seña con la mano de que es solo un poquito. Sigue taladrando ¡AY MIEDA! No pude evitar soltar un quejido, me pregunta si quiero anestesia, me quite la careta, si la quería, moví la cabeza afirmativamente. En cuanto escucho que pide “una jeringa, por favor” cerré los ojos, no quería verla, no podía verla.
Cuando me empieza a inyectar, siento el dolor como si me estuviera pinchando el diablo en persona, trate de hacer fuerza en las manos para aguantar el dolor. Terminé encogiendo también las piernas. Dolía, y dolía mucho. La presión empezó a bajar, relaje las piernas, pero aun sentía un pequeño pinchazo, quería abrir los ojos para ver que todo había terminado, no me atreví hasta que ella me soltó la boca para alejarse con la aguja. La presión seguía, pero sabía que ya era psicológico –o algo así-. Mientras esperabamos a que la anestesia hiciera efecto me dice “fuiste muy valiente al pedirme la anestesia, la anestesia ahí al frente es donde más duele” NO ME JODAS, me hubiera dicho eso antes y no pido anestesia un fauno.
En fin, ya lo próximo era pura grima por el cochino sonido del taladrito. Creo que el resto ya es historia, la pobre mujer pudo terminar su trabajo sin verme quejándome todo el tiempo -con 'todo el tiempo' acoto que sí me quejé, pero más por el estres que por dolor (porque no sentía nada)-, se me calmaron un poquito los nervios, me arreglaron dos dientes frontales. Aun me falta volver para 4 arreglos mas en las muelas. Y tengo que sacarme todas las cordales, ¡Yeih! -.-‘
Cuando salí fui directo a verme la boca al baño, me gustó como quedaron los dientes, pero la bemba de burro que tenia no era nada normal. Tenía hocico en vez de labio. No sentía nada hasta hace como media hora que me levante –a penas llegue a mi casa me acosté en el sofá a dormir- y me percate de que ya no estaba tan hinchado, ya no parecía burro, no, ahora me duele la boca. Menos mal que comí mientras tenia la boca dormida, porque por ahora me duele mucho como para alimentarme.

Victoria B.

jueves, agosto 26, 2010

Cuida a tu mejor amiga. Quierela.


¿Saben cuando las computadoras se ponen lentas?

Yo creo que a todos nos ha pasado, no importa que tan nueva o vieja sea, siempre veras la de tus amigos/familiares más rápidas que la tuya, y no es una ilusión, no, tu computadora puede llegar a ser un verdadero perol en algunas ocasiones. Puede tardar hasta 2 minutos en abrir una página –que dicho así no parece nada- pero en la práctica, esperar tanto por una página web, es toda una eternidad.

Imagínense, cambiamos de página web siguiendo los enlaces entre cada 45segs-1min (como mucho). Si pasan cada minuto, dos minutos esperando a que su computadora entre al sitio web, pueden haber pasado una hora navegando sin lograr absolutamente nada. O el caso común, no llegar ni a la mitad del recorrido porque simplemente te cansaste de esperar, trancaste todo, y como no cerraba, arrancaste los cables de electricidad en un ataque de histeria, de lo cual te vas a arrepentir dolorosamente la próxima vez que prendas el equipo y te encuentres con un cartelito que te diga “Ahora te esperas que yo me repare, por atorado, si, tu: inútil” si… la computadora se burla de nosotros y nos hace pensar “no vuelvo a apagarla así, la próxima vez tendré mas paciencia” señores, yo se que suena bonito, pero no deberían mentirse a sí mismos tan seguido… no creo que este bien para su psiquis mental.

Youtube: Uno de los vicios más comunes de quien usa computadoras, pero también, puede ser una tortura, es algo que se convierte en una especie de masoquismo. Sabemos que va a demorar 10 minutos en descargar un video de 3 minutos, pero queremos verlo, si, ese video, cambiara nuestra existencia y nuestra forma de pensar (si claro, seguro que si). Así que TENEMOS que verlo, no importa cuánto demore, total, tenemos música para pasar el rato –a menos que la estés tratando de escuchar por youtube- es entonces cuando empezamos a desesperar, ponemos el video a andar aun cuando no ha llegado ni a la mitad para así tener un preview, para que nos deguste con los primeros 30 segundos, si… al final, eso no hace más que dejar un mal sabor de boca, porque no importa que tan bueno o malo sea el video, quedarse a la mitad mientras esperas que se descargue el resto, disgusta a cualquiera.

Descarga de música: Es un mal necesario.

¿Si no tenemos música en la computadora, como vamos a esperar a que se abran las demás paginas y se descarguen los videos en youtube? Porque nadie se cree que pasan cada minuto del que están en la computadora hablando al Messenger –que por cierto, no sé porqué, es casi lo que menos se tranca- Así que tenemos que bajar música, para entretenernos, y porque simplemente, no se puede ir por la vida sin música. Bueno, eso lo digo yo como alguien musical, creo que pocos días de mi vida los he pasado sin escuchar música, y esos pocos, he estado cantando, siempre llevo mi soundtrack mental –dejemos el tema de la música para otro post porque sino olvídense que termino-. Bueno, entonces, abrimos nuestro programa de descargar música, y nos ponemos a buscar la música que queremos (al menos yo voy haciendo listas, tengo un documento en Word de 5 páginas, pero me da demasiado fastidio ponerme a luchar con la lentitud). Entre que escribo el nombre, aparece, le doy a enter, sale una búsqueda y puedo finalmente darle `click` a descargar, creo que en ese tiempo podría haber almorzado y si luego a eso le sumas la espera a que se descargue, no solo almorcé sino que también dormí. Por eso uno debe tomar un día en el que no tienes absolutamente nada que hacer para realizar la tarea de descargar música –procuren sea un día en que estén llenos de paciencia-


Bueno, si me pongo a detallar cada una de las mortificaciones de la lentitud computadoril, no terminaría hoy, así que comprenderán que asumo hayan entendido la idea, solo les digo:

No le pierdan la paciencia a su computadora por más que hayan días que no hace sino retarte y tratar de exasperarte, porque es parte de tu vida, y aunque lo niegues, no puedes vivir sin ella, el celular nunca jamás podrá reemplazarla por más que muchas compañías lo intenten.

Cuiden a sus amigos fieles –su computadora- como ‘cuidarían’ de su hermano. (Tómese en el sentido general, no se puede aplicar con todas las relaciones fraternales –no hablo con propiedad, soy hija única- gracias)


Victoria B.

Bien venidos a mi mente.


Esto es una especie de experimento.


En esta página trataré de mostrar la forma en que veo al mundo, un mundo que si, ya sé, no es blanco y negro y blah blah blah, es solo una metáfora que uso, es una forma de explicar que siempre esta lo común y lo corriente, a lo que estamos acostumbrados, con unas tonalidades grises de por medio: el gris son aquellas cosas asombrosas que pasan en el día a día pero que aún así no parecen sorprendernos porque es algo que hemos visto tantas veces, que ya no somos capaces de admirar su belleza. Y luego está el rojo, ese rojo intenso que logra dirigir nuestras miradas inmediatamente a él. El rojo representa todo eso que es nuevo, bonito, emocionante y excitante.



Últimamente me he esforzado en que todos los grises se vean rojos, en admirar lo común precisamente por ser normal, por seguir ahí, por deleitarnos con belleza y perfección constante. Últimamente he tratado de obviar todas aquellas minimalidades que solían molestarme de sobremanera. Porque sé, a ciencia cierta, que no tengo razones para estar molesta, tengo, más bien, mil y una razones para ir por la vida con una sonrisa de pómulo a pómulo y brincando al son de mi música interna.



Pues sí, creo que estoy abriendo está página solo para complacerme a mí misma, para hablar de todo aquello que se me viene a la mente y que suele estar rondando en mi cabeza mientras hablo sola. Hoy, en cambio, dejo de hablar sola y comparto mis ideas a... alguien, a ti que me estás leyendo. Pero principalmente, creo que me da intriga el leerme en cuestión de un año, y ver que tanto he cambiado (o encontrarme con que sigo siendo la misma) poder juzgarme a mí misma que resulta ser tan divertido como necesario.



Deben saber que hace unos dos o tres años ya tenía un blog, si, blog que jamás leerán porque ya borre todas las entradas. En ese blog que encontre durante estas vacaciones tuve un reencuentro con esa yo que llegaba a ser infinitamente ridícula, que seguía la "moda" (si se le puede llamar así) de escribir como si fuera una retrasada mental. Y ok, no hubo cambio alguno con ver ese blog, no cambié el quién era ayer y no cambié el quién soy hoy. Pero fue divertido burlarme de mí misma, lo confieso, fue muy divertido ver lo ridícula que era. (Quizás lo siga siendo en algunos aspectos, pero hoy no soy capaz de verlo por mí misma, por eso quiero comprobarlo en uno o dos años). Además de hacer esto para simplemente burlarme de mí misma o juzgarme o loquequieraquesea lo hago porque siento la responsabilidad de reinvindicarme, conmigo misma, despues de haber leido esas atrocidades -ya pueden imaginarse lo desastroso que era como para que lo haya eliminado del mapa y quiera repararlo aun cuando ustedes no lo leyeron-.



Y bueno, nada, Me despido por ahora con un eufórico saludo de bien venida.


(vean lo paradójico de un despido que saluda, pero es el caso.)



Victoria B.