Yo escribo.





Yo soy de aquellas que escriben cuando tienen necesidad, y cuando no.

Escribo porque quiero. Escribo porque me es más fácil. Escribo porque tengo mayor fluidez que al hablar para expresar todas mis ideas de una forma más concreta.

Yo escribo para aliviar el alma y para alimentar mi espíritu.

Siempre he sido de las que prefiere escribir lo que siente a decirlo. Yo soy de aquellas que prefiere entregarte una carta y verte leerla, que decir al momento todo lo que estoy pensando. Porque a veces en persona mi vocabulario es tan extenso como el de un niño de tres años.

Y es que las letras fluyen con alegría entre mis dedos, no importa si lo hago bien o si lo hago mal, no importa si a los demás les gusta lo que escribo o no. Importa es que me libera, me deja ser, escribo lo qué quiero y cuándo quiero, sin temor alguno de recibir una crítica.

Ayer, escribía en hojas por mi casa, en documentos de Word, escribía en momentos de crisis en las notas del celular.

Hoy, en cambio, tengo este blog, tengo un espacio para escribir lo qué quiero, cuándo quiero y dónde quiero. Hoy escribo para mí, por mí y para ustedes.

Hoy, finalmente, soy autora de uno de esos blogs. De esos que han recorrido mis ojos tantas veces en mi vida, anhelando poder escribir yo también en uno, ser dueña de las ideas que los demás disfrutan, siempre quise poder hacer eso.

Pues puedo, y lo hago. No sé qué fue lo que me retuvo tanto tiempo a disponerme a abrir un blog dónde fuera yo misma. Dónde aún cuando un amigo lo lea y le este criticando a él, no me importa lo que piensen, no me importa si les duele y mucho menos me importa si me reclaman.

Hoy escribo en este espacio porque es solo mío, un espacio en el que reinan mis ideas.

Hoy yo escribo y tú me lees. Hoy, no solo divago por letras ajenas sino también comparto las mías.

Hoy tú decidiste leerme a mí. Y puedes seguir haciéndolo o dejar de hacerlo, la verdad, es que mis pensamientos, es decir, este espacio: no tienen planes de cambiar.



Victoria B