jueves, diciembre 23, 2010

Me enamoré de tú aroma.

Me enamoré de tú aroma, de tú olor, de tú perfume. Me enamoré del aroma que arrastra el viento a tú paso, de la fragancia que encontré en la parte trasera de tú cuello, de ese sutil perfume que siempre llevas puesto y que alborota a todas y cada una de las partículas de mí pituitaria.

Si fuera ciega y sorda también correría hacía ti, en busca de tú olor… No es sólo tú presencia, no es sólo lo que dices, lo siento... que es que lo que me vuelve loca de tí es tú aroma. Si tratara de cargarlo conmigo todo el rato, sería misión imposible. Porque es una mezcla de tú colonia, cigarros –que normalmente me desagradarían inmensamente. De hecho, me desagrada al momento en que los fumas- y ese noséqué que cargas en tú piel y que es el componente final para culminar esa fragancia que me hipnotiza.

Y es que si pudiera pasar horas y horas tan solo abrazada a ti para degustar en cada segundo de ese olor, pues lo haría. Lo haría sabiendo que serían continuas horas de goce y disfrute por algo tan meramente simple como tú aroma: Una fragancia dulce, pero no empalagosa. Seca, pero lo suficientemente fresca. Y fuerte, pero justa. Es una mezcla exacta y precisa que lleva a mi nariz hasta el éxtasis.

A veces consigo tu perfume por la calle, e irremediablemente me acuerdo de ti, pero nunca está cargado de las mismas sustancias hipnotizantes que me llaman como el polen a las mariposas.

Mi memoria es meramente olfativa, y es que a veces soy capaz de dibujarte en mi mente y encontrar tu aroma revoloteando falsamente en mi pituitaria. Para luego encontrarme con un completo vacio. Un millón de anhelos y nada más que un aroma inventado a través de tú imagen.

Me enamoré de tú aroma, de su contextura, de cómo se queda impregnado en mi cabello cuando me abrazas y de cómo lo encuentro luego por las noches, para que así invadas mis sueños con tú sonrisa… y con tú aroma.




Victoria B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario