lunes, mayo 28, 2012

Thinking VIII


Paso todo el día pensando en escribirte. Escúchame bien, TODO el día. Pienso en llamarte, en tu voz, en qué me dirías si… en qué te diría si. Te conectas, te desconectas, te tengo al teléfono. Perenne. Quiero saber de tu vida, quiero saber lo que haces y lo que dejas de hacer, tus ilusiones y tus preocupaciones. Recuerdo como en algún momento las conocí, entonces ahora me pongo a imaginarlas en base a esas del ayer, para ver si quizás, es esto o aquello lo que puede estar rondando por tu mente. Pienso en escribirte nuevamente. Abro una nota en el teléfono y te escribo, escribo toda la conversación, sólo para mí, pero contigo, siempre contigo. A veces me siento menos sola, otras me siento tan patética que voy directo a comerme algo dulce para ser feliz, para llenar este vacío con comida. Ocurre algo en mi vida, quiero que lo sepas, no lo vas a saber. Quiero celebrarlo contigo, quiero que me consueles; no va a pasar. No me provoca contarle mis victorias ni mis derrotas a más nadie, hoy quiero contarte a ti y sólo a ti. Me pregunto si a ti te pasa lo mismo, conozco la respuesta, pero prefiero no pensarla y seguir creyendo, engañándome, con que existe la posibilidad de que así sea. Pienso en escribirte. Me hablan de ti, me preguntan por ti, escucho como te comentan mis amistades y como hablan de lo que les dijiste. Ellos no aprecian en lo más mínimo una conversación contigo, para ellos es como cualquier otra, ¿Por qué yo no puedo tenerla? Hablan como si las palabras que tu pronuncias fueran tan intrascendentes como las de cualquier otro mortal. Me parece un acto de egoísmo. Egoísmo de que todo el mundo pueda disfrutar de tu temática menos yo. Así es la vida, injusta. Quien más quiere algo, nunca lo tiene, se lo da a quien no lo va a apreciar. Pienso de nuevo en escribirte. Escribo tu nombre para verlo en la pantalla, me duele, lo borro, te odio. Te odio inconmesurablemete. Me duermo. Me despierto al día siguiente y la historia se repite, pero con otro nombre. Con otro hombre.  

Victoria B.

viernes, mayo 25, 2012

Me has enseñado.


Tú me has enseñado muchísimas cosas con tu aparición en mi vida.

Me has enseñado que los estándares están para ser cambiados, que todo el mundo tiene algo que ofrecer y que enseñarte. Que debo aprender a ser valorada, que merezco ser valorada por quién soy y cómo soy, que no debo intentar amoldarme a los demás para que me acepten en sus vidas.

Me has enseñado que hay que apreciar lo que se tiene y aprovechar las oportunidades cuando están; porque el día de mañana, cuando menos te lo esperes, se desvanecerán, ya no estarán a tu alcance y no quedaran sino arrepentimientos.

Que los vacíos quedan cuando se apreció lo que se tuvo y que por más grandes que creamos que son, siempre van desapareciendo. Que ningún abismo dura eternamente en nuestros corazones, pues el tiempo, los va llenando con múltiples y dichosas razones para sonreír.

Tu presencia me ha dejado que las diferencias no necesariamente son motivo de discordia, que se pueden subsanar cuando ambas partes están de acuerdo en aceptar y en trabajar por lo que se quiere y así resaltar los otros muchos puntos en común.

Me has enseñado que puedo ser feliz. Que puedo ser feliz sin encontrar peros que me limiten, sin buscar ataduras en otros puertos ni anclarme a otras orillas. Que la felicidad depende sólo de mí y podrá estar a donde quiera que yo vaya mientras así lo desee.

Pero sobretodo, me has enseñado que por más rudas que sean las despedidas, por más difícil que pueda ser dejar ir, nunca debemos privarnos de las experiencias, que no debemos tener miedo y solo pensar en el fin. Porque vale la pena, vale la pena por los momentos vividos, que dejarán hermosos recuerdos dignos almacenar en nuestras memorias, y porque sin todas las diferentes experiencias, cosas como estas, no las aprenderíamos jamás (o quizás si, pero mucho mas tarde).


Victoria B.

martes, mayo 01, 2012

Jamás me pidas.


Jamás me pidas que exprese mis sentimientos, porque nunca aprendí a hacerlo.
Jamás me pidas que te abrace, porque es algo que haré sólo cuando me provoque.
Jamás me pidas que me calle al contar algo me importa, porque entonces no podré volver a hablar sin sentirme reprimida.
Jamás me pidas que sea tuya, porque yo no sé como ser de nadie.
Jamás me pidas que te crea, porque la confianza en ti la perdí el día que te conocí.
Jamás me pidas que vuelva, porque nunca estuve.
Jamás me pidas un Te Quiero, porque son palabras cuesta salgan de mi boca.
Jamás me pidas  que te perdone, porque los dos sabemos que te vale madres si lo hago.
Pero sobretodo, jamás me pidas que te olvide, porque siempre serás un escalón en mi evolución como persona.

Solo te pido que no pidas de mí algo que jamás podré darte. Que no me exijas sea algo que no soy. Que no me apures y que me esperes. -Que SI me esperes y no te canses como ya han hecho en el pasado.- 


Victoria B.