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lunes, julio 16, 2012

"The end has no end."

Es porque no puedo recordar tus caricias, ni el tacto de tus manos, ni la sensación de mis dedos entrelazados a los tuyos.

Solo puedo recordar mi corazón galopando y mis sentimientos encontrados en ese momento. El como no podía olvidar el daño que me habías hecho recientemente y quería que te me quitases de encima; también recuerdo como sentía las ganas de tenerte más cerca aún y el deseo de que ese momento no terminara jamás.

Recuerdo todo lo que pensaba, todos y cada uno de los pensamientos que me vinieron a la mente. El temor y la alegría. Las ganas de huir de ti y las de aferrar mis dedos para no dejarte ir jamás. Lo que no recuerdo es cual de los dos era más fuerte, ya no recuerdo cual deseaba con mayor intensidad.

Lo único que sé en este momento, es el presente. Conozco la situación ahora. Sé lo que sentí en el carro de regreso a mi casa… y el día siguiente: Ganas de huir; terror de que eso pudiera ser ‘algo’, mi maldito temor al compromiso; planes, planes para zafarme de todo; alegría, porque por fin había conseguido lo que quería; dudas de si de verdad era lo que quería o me había estado engañando; como en mi mente yo saltaba en una pata imaginando que quizá, por fin, me acoplaría a alguien, que quizá dejaría de huir, que quizá era el momento de vencer el miedo y lanzarme al vacío; incertidumbre, de no saber si todo había significado algo para ti.

Y pensar que se me ocurrió la fumada idea de lanzarme al vacío contigo.

Recuerdo la terrible sensación de todos los sentimientos encontrados. Gritándome que por favor tomara una decisión… decidí dejar ese plan para ‘más tarde’, sabía que tendría que pensar en todo eso en algún momento, pero no era ese, entonces en mi mente solo repetía “Raindows and cupcakes” y sonreí al público. No estaba lista para tomar una decisión… sabía cual sería, entonces quería disfrutar de la ilusión lo más posible.

Pero nunca tuve que pensarlo. Nunca tuve que tomar una decisión. Tú la tomaste por mí. Te desapareciste de mi vida de la misma manera que se retira uno después de romper un adorno en casa ajena. Te alejaste, desapareciste sin dejar rastro ni dar razones. Supongo que a lo mejor nunca te importó, o tal vez sentiste la misma presión… también es una posibilidad el que, como ya no habían razones para usarme, tampoco para seguir a mi lado.

Juro llegué a sentir eso, que me usabas... que me usaste.  Y mientras te fui útil, decidiste serlo para mi también. Quizá era tu forma de “pagarme”.

El hecho es que marcaste retirada, sin darme opción a replica, sin tener yo ni voz ni voto. Solo fui una vez más una pieza en tus juegos. Y he caído. He caído en todos y cada uno de esos jueguitos. Creyendo a veces que tenía el control.

Ilusa yo, creyendo tener el control de algo. Ilusa yo, que creía poder decidir qué era lo que hacíamos y qué no.

Wait, eso sí lo hice, ¡Claro que lo hice! Aquí se tomaban los pasos que yo quería se tomasen y en el momento en que yo quería que se tomasen. ¿Fue eso? ¿Fue eso lo que te molestó? ¿Es que acaso eres capaz de ser tan machista? Como yo tomé las riendas entonces te arrechaste, agarraste tu dignidad, tus bolas, tus celos y tu sonrisa y te fuiste con tus rollos a otra parte… ¿? No, no puede ser. Es imposible que sea eso. O quizá no. Pero supongo nunca lo sabré. A menos de que tengas la desfachatez de volver… de llamarme de nuevo, como lo hiciste hace poco.

¿Con qué cara, ah? ¿Con qué cara me llamas? ¡Descarado! ¿Qué me vas a decir? ¿Cómo pretendes disculparte? De seguro ni si quiera pretendes hacerlo, eso no va contigo. seguro pretendes volver, como si nada hubiera pasado. ¿Es que acaso crees que, de nuevo, no te diré nada? Pues no, no es así, esta vez si te voy a decir lo que pienso, esta vez mereces saber que eres una basura, esta vez voy a escupir todo lo que no te he dicho en el último medio año o más, si. Lo bueno y lo malo. Te hablaré de todas las sonrisas que sacaste sin si quiera planearlo, y luego te hablaré de todo el daño que me has hecho, de como me he sentido humillada, de como he terminado cual bebé y odiándome a mi misma por ello... cosa que no pasaba hace unos tres o cuatro años. 

Y acto seguido, después de decírtelo todo como no lo he hecho jamás, te daré la espalda y no volveré mas nunca a la seguridad de tus brazos. 


Y ahora, la canción que dio nombre de este post:





Victoria B.

viernes, marzo 02, 2012

Sincerándome.


*Lo próximo son, lo que yo considero, mis mayores defectos a la hora de una relación de pareja. Quiero dejar claro que, en principio, solo aplica a las relaciones de este tipo.* 


1.- Nunca me valoro lo suficiente, no siento que pueda ofrecer algo que a alguien de verdad le pueda interesar. Creo que esa es la raíz de todo el problema, que debajo de toda mi capa de seguridad y que la gente piensa “Esa chama si tiene cojones”, cuando me llegan a conocer, se encuentran con una tipa débil que no cree lo suficiente en sí misma. Tengo conocimiento de todos mis problemas psicológicos, de lo enrollada que soy, de lo alejada que puedo ser, lo confusa y contradictoria. Entonces pienso ¿Quién podría querer estar en una relación con alguien así? ...  Pues yo no querría.

2.- Uno de mis mayores temores, aparte de la oscuridad, es el compromiso. Me aterra el tener que rendirle cuentas a alguien, me aterra el tener una ‘responsabilidad’ para con otra persona; siempre he pensado que si hablo contigo o si te cuento mi vida, es porque me provoca… supongo eso es lo que pasa en una relación, quieres esa persona forme parte de tu vida, si. Pero a mi es que me aterra profundamente. En cada contada oportunidad, en la que me he visto con la posibilidad de tener alguien a mi lado, que me de apoyo incondicional y cumpla con algunas cuantas de las cualidades nombradas en el post anterior, he huido. O peor aún, le he hecho huir. Si, porque soy experta haciendo que la gente se retire, me tenga miedo, o que se alejen de mí porque es simplemente lo mas adecuado, después de mi inequívoca actitud esquiva y seca.

3.- Las cosas fáciles siempre me han aburrido. Estoy, por lo tanto, acostumbrada a cagarme en todo el protocolo de ‘Es el hombre quien corteja’, pues soy yo quien se fija en chamos, digamos, insólitos y más que complicados, para tener de esta manera una meta. Daré entonces el primer paso, y el segundo… y de ser necesario, también el tercero. Sé esta conducta no tiene mucho sentido, en el último caso traté de que no fuera así, finalmente hubo alguien que gustaba de mí y estaba haciendo las cosas de la manera correcta, yo le estaba dejando hacerlo, pero con mi correspondiente sequía. Y no fue hasta que él decidió retirarse, que yo decidí que entonces sí me atraía. Ahí tienen, esa soy yo. Me gustan las metas imposibles. Doy vergüenza.

4.- Aunque ya lo he mencionado un par de veces, puedo ser asquerosamente fría, ácida, esquiva e insensible. Pero como dije también al principio, pues ¡Vivan las apariencias!  Puesto que aunque algunas (muchas) actitudes/conductas/apodos/escenas me parezcan vomitivas, soy alguien que no te dirá un “Te quiero” sino hasta que las palabras se le desborden de los labios y no pueda contenerlas un minuto más. Es decir, puedes tener por seguro que cuando digo algo, es porque verdaderamente lo siento. Aparte de ello, a veces tengo estas ideas cursis y metáforas irrisorias que suscitan carcajadas cuando las pienso/leo nuevamente pasados un par de meses. Cualquier lector asiduo de este blog ha sido testigo de mis verborreas minadas de terrones de azúcar.

5.- Hay una manía mía, de la que no he hablado en este espacio, y creo que el momento ha llegado.
Resulta que están leyendo a una persona que tiene varios pensamientos simultáneos y pues uno de ellos suele ser un monologo interno. Aparte, quiero acotar que voy por la vida sintiéndome indignada por cualquier tontería y acto insólito (tanto de amigos/conocidos como de completos extraños). Estoy yo consciente de la estupidez de mi indignación, y es por ello, que para solucionar el ‘problema’ que yo misma me acabo de inventar, termino solucionando esto en uno de mis monólogos. Que para mí, ya no es un monólogo, sino es una conversación común con aquella persona me ha indignado. Hablamos, en mi mente, como dos personas adultas y correctas, exponemos nuestros puntos de vista, y llegamos a soluciones concretas (aunque no lo crean, muy seguido pierdo). Entonces, tal y como hago eso con nimiedades, lo hago de la misma manera con la mayoría de mis problemas con otros seres humanos. He aquí la razón por la cual Victoria raramente pelea con nadie de verdad. Discutimos muy seguido, pero las personas jamás se enteran.
Lo que resulta un problema aquí, es que de esta manera también pido perdón, dígase, el afligido no se entera casi nunca de mis disculpas. Es un problema heavy también porque de esta manera soluciono igualmente los problemas realmente graves. Y a veces, solo a veces, no soy capaz de ponerme en la posición del otro y me veo obligada a hablar en verdad con la persona para solucionar el problema.
Esto resulta realmente difícil en casos de relaciones, porque si me atrae alguien, es normalmente porque no logro terminar de descifrarlo, y después de MUCHO cavilar y monologar, termino hablando con la persona, escupiendo demasiadas cosas al momento, demasiados monólogos se unen en un mismo discurso. Y entra entonces la confusión cuando las respuestas de la contraparte no son si quiera parecidas a las que recibí en mi mente (a veces son mejores de lo que esperaba, lo cual es bueno; y a veces se quedan cortas y no cubren mis expectativas, lo cual resulta asombrosamente frustrante.)

6.- Aunque diga lo contrario, soy asquerosamente detallista, me gustan los detalles, me gusta sentir que piensas en tonterías que te recuerdan a mí, o que tengas la gentileza de abrir la puerta y acompañarme a tal lugar que resulta ser mi destino, que me des una sorpresita de cuando en vez (por estúpida que sea). Si, me gustan los detalles. Y yo me comportaré de la misma manera, soy detallista en supremacía, y aunque se vean naturales, pensaré todas y cada una de mis sorpresas o comentarios claves, las pensaré tanto que son ínfimas las veces que paso algún pequeño detalle por alto. El problema aquí radica, en que te diré (no sé porqué) que no es necesario hagas ninguna de esas cosas por mi… supongo que en el fondo tiene que ver con lo primero, siento no lo merezco.

7.- Y ahora nombraré el que yo creo es el mayor de mis defectos, y que es una fuerte influencia en todos los otros. Y es el hecho de mi 'independencia', de que me gusta sentirme “La Mujer Maravilla”, quien puede lidiar con todo sola, quien no necesita ayuda ni apoyo de nadie para nada, quien puede superar cualquier situación sin alguien que le de ánimos. A quien no se le ocurre demostrar en público que ha sido herida para que no la tomen por débil. Yo soy esa quien no gusta que alguien colabore con ella, pero siempre quiere colaborar. Tengo ese jodido tic de líder, de jefe de la manada. Que es, al final, lo que yo considero mi mayor problema. No soportaría estar con alguien que se doblegue ante mi autoridad, pero tampoco sería capaz de soportar a alguien que lleve las riendas de nada.


Y bueno, ¡basta!, creo que esto ha sido suficiente por hoy. Estoy ordenando mis ideas, me dicen que el primer paso es reconocerlo, pero todas estas son cualidades yo tengo bien reconocidas hace más tiempo del que me gustaría admitir. Pero si sé que hay cosas debo cambiar. Ahora, mi duda es ¿Cómo carajo se supone que se hace eso?

**Y quiero acotar que cuando digo que me estoy sincerando, es tanto conmigo como con el mundo. Es una declaración pública de el fail que puedo llegar a ser :)
Victoria B.

jueves, diciembre 23, 2010

Ataques de pánico

Esto es algo que escribí hace unas dos semanas, aún estando en Bell... Lo acabo de encontrar y creí que estaría bueno publicarlo... aún cuando ya no tiene mucha validez, pero bueno...


Es un continuo repiqueteo en el pecho. Una constante sensación de alteración que pasa de encantame a volverme loca. Aquellos momentos en los que estoy sola he optado por mantener mi mente ocupada en otras cosas, ya que el hacer maletas no me ha ayudado a ocuparla, opté por leer. Hasta que el repiqueteo empezó a invadir igualmente mi cerebro mezclándose con las letras y volviendo mi mente un remolino, fue allí cuando me rendí y dejé mi libro para venir a escribir esto a ver si ayudaba en algo.

No sé qué es lo que voy a decir, esto es como uno de esas malas improvisaciones que a veces nos vemos obligados a escuchar (En su caso, no están obligados a seguir leyendo).

Me dicen que me calme, que no le pare, que disfrute. Porque es que si te soy sincera, en el fondo siento que es lo que está bien, que es lo correcto. PERO, los ataques de pánico son recurrentes y me llega un sentimiento de terror de la nada que me está volviendo loca. Son realmente como ataques de ansiedad.

Pero luego estoy contigo, y el ritmo de mi corazón sigue siendo igual de acelerado, pero no hay ni una gota de pánico ni ansiedad, es todo emoción y alegría. No sé como demostrar que me encanta como quepo perfectamente entre tus brazos. Que me encanta sentir las yemas de tus dedos acariciando mi cabello hasta quedarme dormida. Me encanta como tus labios alcanzan los míos acariciándolos suavemente y haciéndome sentir única. Que me encanta sentir tu olor en mi ropa aún cuando ya no estás conmigo. Después de eso, ya todo es alegría.


No escribí nada más, pues en ese momento me di cuenta de que ya estaba contenta. Loco ¿no? jajajajaja..



Victoria B.

domingo, noviembre 14, 2010

No dejo de sorprenderme a mí misma. Fuck.

Yo que llevo años soñando con magia y alegría, un corazón acelerado y timidez.
Yo que no logro recordar la última vez que solo él lograba entrar en mi mente para adueñarse de mis sentimientos. Y ahora que lo pienso, a pesar de mi martirio, aquello era muy sencillo de afrontar.
Ya van un par de años desde aquel momento en que decidí seguir con mi camino y esperar a que el viento borrase las huellas de todos aquellos sueños e ilusiones rotas.

Hoy siento como mi Titanic choca con un iceberg y se hunde lentamente, mucho mas lento que el original. Dejándome pensar, lamentarme y culparme por haber sido una capitana negligente y haberme ido a dormir.
Pero yo también me hundiré con mi barco. Y es que yo no tengo la opción de montarme en un bote salvavidas, yo no tengo la opción de salvarme, yo no tengo opciones. Yo solo tengo que hundirme con mi Titanic y aprender a vivir en aquellas profundidades... hasta que alguien logre rescatarme, hasta que alguien logre llevarme nuevamente a la superficie y sacarme de estas aguas heladas y punzantes para montarme en un nuevo camarote con calefacción.

Lo siento, de verdad lo siento. Eso es lo que me he repetido mil y una veces últimamente. Es increíble lo buena que soy arruinándome los momentos, es increíble lo buena que soy boicoteándome a mi misma...

Por eso es que yo digo que soy Masoquista.



Victoria B.



lunes, agosto 30, 2010

Una tragedia no tan trágica.

Me dirán loca, me dirán llorona, me dirán que soy una niñita. Pues sí, supongo que lo soy.
Hoy tenía que ir al odontólogo, ¿no? Bueno, anoche, yo juraba y perjuraba que eso debía ser en la tarde, como una cita odontológica NORMAL. Así que me tome esas libertades que se toma uno cuando está de vacaciones y no tiene compromisos en horas tempranas, dígase quedarte haciendo NADA hasta tarde. Pues si, yo me acuesto tranquilamente a las 4am para ir al odontólogo a eso de las dos de la tarde, normal.
A las 7 llega mi mama al cuarto “Victoria, no sé si la cita es a las 8 o a las 8.30, pero vamos a llegar a las 8 por si acaso.” Y yo “¡¿AH?!” mi madre se fue del cuarto ignorando mi exclamación, supongo que no grité tanto como creo, tomando en cuenta que estaba muy dormida.
Yo pues nada, me arregle lo más rápido que pude -despues de que logre despertarme, cosa que tomo al menos un cuarto de hora- pero terminamos saliendo igual a un cuarto para las 8. Para mí que íbamos bien, para mi mama íbamos tardísimo. Al final llegamos al OdontoSanitas del Vizcaya a eso de las 8.10am. Empiezo a escuchar que a un tal Alejandro que estaba varias personas al frente en la fila le dicen que si su cita era a las 8 tenía que haber llegado media hora antes de lo estipulado, –aun cuando ellos abren sus puertas a las 8am- (no lo entendí antes y sigo sin hacerlo) pues si, había que llegar media hora antes, ahí me tranquilice, dije “perfecto, no llegamos a tiempo así que no nos atienden, ¡Yeih!”. Cuando llegamos a que la Sabrina nos atienda, nos dice que no, que nuestras citas son a las 9 yo y a las 10 mi mama. Jum, así que si llegamos SUPER a tiempo ¿Qué alegría, no? Empece a desear que viniera u desastre natural. Un terremoto, algo que me diera excusas para huir.
Empezamos a esperar y esperar y a eso de las 9.15 me llaman a mí a entrar, la tipa súper amable me trata como si me conociera de siempre, es de esas mujeres que tienen una voz tranquilizadora. Sin embargo, con los nervios que yo cargaba, mi única respuesta a todo era un pequeña risita nerviosa, de tranquilizarme, no logro NADA. Me dice que me van a hacer unas radiografías, y me deja sola, en un cuarto totalmente blanco, con muchos aparatos color metálico y blancos y una silla íngrima y sola en el medio, forrada de un cuero azul cielo bien desabrido –de esos que solo ves en lugares como clínicas u odontólogos-.
Ya que me dejaron sola, ¿Qué hago? Me entretengo, empecé a dar vueltas en la silla marenadome, hasta percatarme de que hay una asistente viéndome, creo que con cara de mal humor, yo no se, estaba mareada. Me pone un aparatucho incomodo en la boca y se me acerca con una de las maquinas raras que había ahí a la boca, sale del cuarto con el control en mano -mientras a mi me matan con los rayos que salgan de ahí, ella está afuera apretando el controlito-. Entra, cambia la plaquita del aparato incomodo y sale para repetir el proceso en el otro lado. Al terminar me dice “Salga y por este pasillo al final, la sala 6”.
Vergación, ok, es el momento, en cuanto entre allí, ya no podré huir, en este trayecto me despedí de mis amigos en twitter, así como para que supieran que si no volvía a escribir, es porque había muerto en el intento de arreglarme los dientes. Entro y primero la doctora me hace todas las preguntas del mundo, desde cuantas veces me cepillaba los dientes al dia hasta que si tenía sospechas de embarazo. Iba llenando una planilla con cada una de mis respuestas.
Terminó la parte teórica y divertida, ahora se me acerca ella, baja la silla, me dice que me ponga cómoda, cuando está ahí, viéndome -las dos en silencio-, ella esperando a que yo abra la boca, le digo “Ok, no te lo tomes a mal, no es nada personal, pero te tengo miedo. Bueno, no a ti, a la situación :)”. Obviamente entendió a que me refería y se echo a reir mientras me decia que me tranquilizara que 'ahorita' no iba a hacer nada, pues supongo que no debo ser la primera que esta cagadisima frente a ella, asi que la deje no hacer nada, por ahora.
Llega una asistente a la sala –le llamo asistente porque dudo que esa mujer pueda ser llamada ‘enfermera’- la doctora se pone a revisar mis dientes uno a uno llamándolos por sus números y dando referencias odontológicas raras a cada uno de ellos -para alguien que no entendía nada, todo sonaba a que mi boca estaba podrida con cojones-.
Al terminar, agarra el taladrito y me dice “voy a empezar con esta del frente, si te duele me avisas para ponerte anestesia.” (Yo siempre evito que me anestesien porque ODIO las agujas), ella empieza a taladrar, duele. Me pregunta “¿Te duele?” al ver la mueca que no pude evitar, si, mueca de dolor. Hago una seña con la mano de que es solo un poquito. Sigue taladrando ¡AY MIEDA! No pude evitar soltar un quejido, me pregunta si quiero anestesia, me quite la careta, si la quería, moví la cabeza afirmativamente. En cuanto escucho que pide “una jeringa, por favor” cerré los ojos, no quería verla, no podía verla.
Cuando me empieza a inyectar, siento el dolor como si me estuviera pinchando el diablo en persona, trate de hacer fuerza en las manos para aguantar el dolor. Terminé encogiendo también las piernas. Dolía, y dolía mucho. La presión empezó a bajar, relaje las piernas, pero aun sentía un pequeño pinchazo, quería abrir los ojos para ver que todo había terminado, no me atreví hasta que ella me soltó la boca para alejarse con la aguja. La presión seguía, pero sabía que ya era psicológico –o algo así-. Mientras esperabamos a que la anestesia hiciera efecto me dice “fuiste muy valiente al pedirme la anestesia, la anestesia ahí al frente es donde más duele” NO ME JODAS, me hubiera dicho eso antes y no pido anestesia un fauno.
En fin, ya lo próximo era pura grima por el cochino sonido del taladrito. Creo que el resto ya es historia, la pobre mujer pudo terminar su trabajo sin verme quejándome todo el tiempo -con 'todo el tiempo' acoto que sí me quejé, pero más por el estres que por dolor (porque no sentía nada)-, se me calmaron un poquito los nervios, me arreglaron dos dientes frontales. Aun me falta volver para 4 arreglos mas en las muelas. Y tengo que sacarme todas las cordales, ¡Yeih! -.-‘
Cuando salí fui directo a verme la boca al baño, me gustó como quedaron los dientes, pero la bemba de burro que tenia no era nada normal. Tenía hocico en vez de labio. No sentía nada hasta hace como media hora que me levante –a penas llegue a mi casa me acosté en el sofá a dormir- y me percate de que ya no estaba tan hinchado, ya no parecía burro, no, ahora me duele la boca. Menos mal que comí mientras tenia la boca dormida, porque por ahora me duele mucho como para alimentarme.

Victoria B.