sábado, junio 18, 2011

Last Day at School.

La última vez que terminé clases en el otro colegio (por allá en febrero cuando dejé Bedgebury). Momento del cual no dejé registro alguno pues me fui seguidamente a Edimburgo y luego regresé a Londres a mi casa de familia, esto es lo unico que hay de ese finde luego de llegar de Edimburgo.
Recuerdo que en esa época cuando deje el otro colegio estaba triste, devastada, sentía miedo y emoción al mismo tiempo. Lloré como una magdalena cuando recibí mi diploma, después de dar un discurso lleno de emociones, historias y demás.
Ayer terminé el colegio acá en Londres, también me dieron mi diploma, pero no me nació decir nada. Fue, lo recibí y le di las gracias a mi profesor, además de decirle que a pesar de que soy la cosa más seca del mundo, no, no me cae mal.
Después de eso le hable con otros dos profesores, abracé a otros tres… y más o menos eso era todo. Si sentí nostalgia. Era el hecho de pensar que ‘esto’ está verdaderamente llegando a su final. Pensar que la rutina que tanto detesto, ya no será motivo de queja. Demonios, eso no me hacía nada feliz.

Luego de un rato me quedaban solo dos profesores que me importarán de los cuales despedirme.
Dorando, quién trabaja en el Learning Centre y con quién hablé todas las tardes durante estos últimos dos meses, aparte de ser un sol y ayudarme a prepararme con mi speaking para el CAE una o dos veces por semana durante los mismos 2 meses. A este profesor, no lo encontré, el no estaba en ningún lado, se lo tragó la tierra, no sé qué fue de él, pero me contrarió bastante no poder despedirme, por lo que iré la próxima semana solo a decirle adiós.
Y Randall, uno de los mejores profesores que he tenido, creo que entra en el mismo rango donde están Jimmy, el Don y Mederico, si, son todos diferentes tipos de profesores, pero a todos los adoro. La despedida con Randall fue digna de nuestra relación. Lo encontré en el salón guardando sus cosas para asistir a la reunión de profesores, y terminé siendo causante de que llegara tarde a la misma. Pasamos unos veinte minutos hablando, de los otros profesores, de que cuando un avión se estrella contra el agua y tú te vuelves añicos tienes que sentir algo, que ohdios ¡todas las almas negras se quedaron en el mundo para sufrir hasta el fin del mundo en el ‘dosmildoce’! y nosotros seguimos aquí… obviamente, que se acordó de mi porque el Dalek hasta gritaba “EX-TER-MI-NA-TE”, quesi el precio de la coca, que las drogas son mejores en Suramérica, que “La Isla De Margarita”, que la gente se vuelve imbécil, que yo no tenía hogar y me refugiaba en un baño del colegio, algunos recuerdos y recuentos de algunas clases o conversaciones pasadas, un poco de chisme del salón de al lado, etc… Es decir, básicamente, una conversación como las de siempre. Solo que todo terminó con un apretón de manos y un “nos volveremos a ver, algún día, en alguna parte del mundo. Estamos hablando”.
Pero a pesar de que es la previa del final, no lloré, sentí nostalgia, me deprimí un poco, si, pero no lloré. Al final salí del edificio con paso decidido sin voltearme una sola vez a ver lo que estaba dejando atrás. Y lo raro es que, si, he disfrutado demasiado este tiempo en Londres. No puedo compararlo con Bedgebury, pues son totalmente diferentes, no sé cual prefiero, pero si se que la he pasado de puta madre desde que estoy en la metrópolis.

.... Y aún así, dejé el edificio sin voltearme a dar un última vistazo.


Estos son mis classmates de esta última semana.
(aunque eso fue en verdad el penúltimo día)
-No, por favor, ese no es Randall-


Victoria B.

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