Mostrando entradas con la etiqueta Me puse a pensar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Me puse a pensar. Mostrar todas las entradas

sábado, septiembre 15, 2012


Hay algo que tengo que terminar de aceptar. Y es que he’s gone. No puede ser, que aún hoy, la  simple mención de su nombre me descoloque. “Pepito Gomita me escribió”, me dice. Y yo entro en crisis. Empiezo a tratar de entender porqué. Me pregunto si algún día me va a dejar en paz. Si algún día me dejará seguir adelante.

¿No te habías ido del país? ¡Pues vete! ¡Quédate allá y no vuelvas! Me molesta, porque aunque sé que le doy demasiadas vueltas a todo, siento que quizá tiene algo que ver conmigo. No que yo sea el centro del universo. Pero, ¿Por qué le escribe a ella de la nada? Ni que fueran amigos cercanos… no, cercana es ella de mí. Era obvio que yo iba a saberlo, ¿no? Era obvio que su nombre retumbaría de nuevo en mi mente.
Supongo que, según él, Victoria no tiene derecho a move forward. Seguro que no tengo derecho a olvidar todo lo ocurrido entre nosotros. Lo bueno y lo malo. Todo.

No Victoria, sabes que aunque quisieras, no podrías. Sabes que te enseñó más cosas de las que eres capaz de expresar. Sabes que fue un escalón en tu vida. Que llegó para romper estándares que necesitaban ser destrozados. Sino no estarías donde estás ahora. Y te gusta donde estás ahora, ¿No es así?

Pero sólo eso fue, un escalón. Para mejor o peor, eso no importa, el hecho es que cambió tu vida y siempre lo recordarás. Pero es hora de dejarlo ir. Es hora de que su nombre no te provoque un pequeño infarto. Es hora de recordar tu amor por ti misma y dejar de torturarte.

Hoy hace un mes me enteré oficialmente que era muy probable se fuera del país. Hace exactamente un mes, sentí que se me venía el mundo encima. Hace un mes, lo disculpé por todo lo que pudo haber hecho o dejado de hacer en el pasado. Si, hace un mes creí haberlo entendido todo y creí tener derecho de nuevo a quererlo. Y todo el cariño que venía reprimiendo, estalló de pronto para hacerme entender. Un cariño que dejé fluir en lágrimas por su partida.

Hoy, las cosas por las que lo disculpé ese día, se quedaron cortas con toda la humillación pasé en los días siguientes. Humillación a la que me sometí yo solita. Porque cuando uno quiere, no se mide, resulta que es cierto; cuando quieres, no te importa nada. Yo sólo quería darle un abrazo de despedida y escucharlo reír. Hoy, en cambio, no siento deba disculparlo, no siento haya nada que disculpar. Esa última humillación, ese último coñazo, me enseñó quizá más de lo que me había enseñado en los últimos 8 meses. 

Hoy siento la necesidad de eliminar su nombre de por vida. No sé cómo, pero ese capítulo tiene que quedar cerrado cuanto antes. Estén las cosas claras, o no. 


Victoria B.

jueves, agosto 30, 2012

Atrapados por España.


Hace poco más de una semana, mi mejor amigo regresó de un mes de vacaciones. No voy a contar de la obvia necesidad que tenía de verlo, sino de algo que el me transmitió al volver.

Resulta que se fue a España. Pasó un mes allá, viajo por el país y... y se enamoró.

Se enamoró como todos los que pisamos suelo español. Se enamoró del país y de su gente. De las costumbres, de las palabras, del acento, de las calles, de la cordialidad, de todo. Volvió diciéndome “Me quiero ir a vivir a España”.

Y es que es así. Uno anda por caminando por allá y de repente siente “Este es mi lugar. Yo debería estar aquí... por siempre.” Y  sale el que te dice ¿Cómo vas a dejar tu país? O que ¿Por qué te irías a un país que está rejodido por la crisis? Y tu piensas ‘no me importa la crisis, no me importa cómo estén, no me importa no sea mi país, jamás otro que no sea Venezuela lo será… pero lo siento apto para mí. Siento que allí encajaría, que allí no me verán como bicho raro, que podría evolucionar a mis anchas y largas… que sería un lugar donde podría ser infinitamente feliz.’

Cuando mi amigo regresó y me contó quería vivir allá, fue como si encendieran un suiche que estaba escondido y engavetado en el fondo de mí ser. Un suiche había encerrado por allá para olvidarme de su existencia.

Porque aunque poco conté de eso por aquí, mientras estuve en Inglaterra, mi mamá no hacía sino insistirme para que presentara la selectividad española y me quedará a vivir allá, en España. Yo decía que no, que mi alma mater era la UCV y que no estudiaría en otro sitio que no fuera esta universidad. (Eso sin duda sigue en pie, de eso no me arrepiento en lo más mínimo)

Al regresar total de Inglaterra, recordé lo que era Venezuela. Recordé todo lo que yo había decidido olvidar e idealizar mientras estuve fuera. El caos.  Y de repente me entró una depresión absoluta. Me odiaba por haber rechazado quedarme en mi España querida. Me odiaba porque me sentía en un limbo: no era de aquí, no era de allá, no era de ningún lado. Me odiaba porque había rechazado lo que seguro había sido una de las mejores propuestas de mi vida.

Con el tiempo todo fue pasando. Sobre todo pasó más aún en cuanto empecé la universidad y no sólo tenía material de interés para ocupar mi mente; sino que era un material que me encantaba. Estaba fascinada con mi carrera (y todavía lo estoy), entonces decidí olvidar cualquier idea de que haberme quedado en España habría sido mejor. Decidí abordar el tema y esconder el suiche para que no fuera un tema perenne que me atormentara en la cabeza. Lo escondí por mi bien y por el bien de quienes me rodean.

Hoy por hoy, solo estoy recordando aquella época, en la que soñaba con irme para allá y vivir en un lugar que sabía me tomaría de brazos abiertos. Hoy dejé el suiche a la luz, solo por un rato, porque soñar es gratis, y porque esa ilusión me encanta. De todos modos, hay otros planes tengo hace mucho y que no he abordado, planes que me facilitarían el que si algún día quisiera irme, podría hacerlo. Planes que espero poder cumplir… son de esas cosas que cuadra uno a largo plazo y que piensa con una sonrisa en la cara.

De momento solo estoy soñando de nuevo con las calles de Madrid. Pero creo me toca verlo así, sólo como un sueño. 


Victoria B.

domingo, julio 22, 2012

Autobiografía.


"Si algún día escribiese mi autobiografía, te dedicaría un capítulo completo."

Es una frase que leí hace poco en un libro, no recuerdo si decía así exactamente, pero era lo que estaba en el espíritu del comentario. En ese momento varios nombres vinieron a mi mente de un solo golpe, muchísimos nombres a los que les tendría que dedicar un capítulo completo... y que en muchos casos se que tendría que nombrar en varios capítulos por ser tan importantes; pero únicamente uno de ellos permaneció dándome vueltas a la cabeza.

Un solo nombre. Un nombre que está presente en mi vida en este momento. Un nombre que no quiero que se esfume en mucho tiempo. Y es entonces cuando te llega esa sensación de incertidumbre. De saber que algo se te esfuma de las manos en cualquier momento. Es saber que ese nombre es como la arena, que te cuesta mantenerlo entre tus dedos, porque su naturaleza es ser libre, su naturaleza es correr sin ataduras y volar con cualquier soplo del viento.

Así le describo. Libre como la arena. Que para mantenerle atado a un solo lugar, hay que meterle en un frasco con tapa y no dejarle salir jamás. Pero eso… eso es algo que yo no se hacer, es algo que no quiero hacer. Porque para empezar, lo que me encantó desde un principio de su persona, fue ese espíritu emprendedor que emanaba de cada poro de su piel, con cada sonrisa fortuita.

Hay personas que aparecen un día en tu vida, para cambiarla y largarse. Ellos van y vienen cambiándolo todo a su paso, mientras tú, estático, les ves llegar y partir sin más ni menos.

Recuerdo siempre me pareció que era lo más cercano a un Dean Moriarty que jamás podría conocer. Era exactamente eso. Vive su vida a plenitud. Vive su vida con los sentimientos explotando al máximo en cada momento y esfumándose con la misma rapidez que aparecieron. También siempre me he preguntado como será ser una persona así. Digo, que sé a la perfección cómo es ser la estática, pero me pregunto cómo se siente ser el tornado que entra a la vida de las personas y desaparece rápidamente, cambiando todo a su paso. Sintiendo todo super fuerte, con sentimientos apasionados y abrasadores; y luego dejan las emociones desvanecer sin ningún remordimiento, sin que se altere en lo más mínimo su semblante, y se marchan actuando como si nada hubiera sucedido jamás.

Sometimes I wonder… if you were to be my Dean, would I be your Sal? I mean, am I the one you’re always going to come back to? Just when you need to feel safe, knowing that no one else will ever receive you with the same big smile as I will and caring as if nothing has ever happened?

Aunque creo que para ello tendría que verte ir y venir demasiadas veces. Y no sé si aguante, creo sería way too painful.



Victoria B.

sábado, junio 30, 2012

Thank You Letter.


This is a something I've written a while ago, and when I did, I decided to keep it until "the moment was right". I've known since the very first moment that I was never going to hand it properly (as almost every single letter I write), but I reckon that in this case, the link will be enough. Going backwards, I don't really know if the time 'has come', but it can certainly not be a bad one. 
So, here we go....


----------


Caracas, 15 de Mayo de 2012.

Esta mañana en uno de mis monólogos surgieron los nombres de “Mis amistades cercanas” empecé a preguntarme por qué no le había dicho esto o aquello a tal o a cual persona. Fue entonces cuando descubrí algo que me asustó. Y que me asustó mucho: Y fue encontrar el nombre de un amigo relativamente nuevo entre los nombres de la gente que debería saberlo todo y de la gente a la que acudo cuando necesito un consejo.

Probablemente te estés preguntando por qué entré en pánico, y la razón es simple. No es algo que hubiera pasado jamás. Nunca confío tan pronto en la gente, nunca les permito conocerme con tanta facilidad, les cuento mi vida, tomo sus opiniones en cuenta, les planteo mis aspiraciones de vida y metas a corto (y largo) plazo, me interesa sepan si estoy bien o no, si me pasó algo o no, como me va en la universidad, etcetcetc. No es algo que permita tan fácilmente.

Bueno, ya va, vamos a estar claros, no te voy a mentir. No es que no suela ser algo que suceda tan rápidamente. Es algo que rara vez pasa (y me refiero a confiar a plenitud). Tendré cuatro o cinco personas así en mi vida, lo sorprendente es que él sea una de ellas.

Desde el mismísimo primer momento en que hablé con él todo fluyó con demasiada naturalidad, -lo he comentado en algún otro post y creo que fue así de sencillo porque supongo es algo normal para él, ir por la vida conociendo gente y conversando sin más ni menos-. MENTIRA, fue la segunda vez. La primera ha sido la cuestión mas nula del mundo “Hola, si, que bien, chao” (Ok, no fue así, está bien. Pero no soy capaz de recordar nada, lo confieso, sólo sé que fue breve.)

Pero para la segunda vez, era como si lo conociera de toda la vida y estuviera conversando de cualquier vaina con un amigo de años ha. Eso fue la primera vez que hablamos, y sigue siendo así. O al menos así lo he sentido yo siempre, confieso jamás haber tocado el tema con él.

Otra cosa rara es que a pesar de ser alguien en quien confío de tal manera, nos hemos visto muy pocas veces. Quizás no las puedo contar con los dedos de una mano, pero con los de ambas, estoy segura de que si. Y aun así, el muy hijo de su grandísima madre, entra en ese grupo de “amigos cercanos”. He ahí otra razón por la que me freakeé de tal manera al darme cuenta estaba allí.

Pues sí, es de esas personas con las que me salto los formalismos y voy directo a decirle lo que me interesa sin mayor necesidad de estar reparando en prólogos protocolares innecesarios. De esas personas a las que le digo que estoy mal por eso o aquello y no sólo me da una solución, sino que me deja claro cuan tonto es que esté así por algo tan insólito. De esas personas con las que quiero hablar cuando algo bueno pasa en mi vida o cuando quiero consultar alguna decisión que esté por tomar.

Es un carajo raro… rarísimo. Con gustos demasiado variados, y aun así, aunque no lo crean, puede llegar a ser repetitivo, porque cuando se enfrasca en algo, allí quedó, hablando de lo mismo constantemente. Con un ego asquerosamente grande, tanto así que es hilarious (juro que es hilarante, yo disfruto demasiado con su ego). Tiene un corazón de ñoño que no se lo quita nadie. Ñoñito, ñoñísimo. Hablamos de un gigantón con ínfulas de osito cariñosito que quiere ir por la vida abrazando a la gente (uno de los temas en los que jamás estaremos de acuerdo -aun cuando en un par de ocasiones incluso me ha provocado abrazarle). Es un malcriado y peleón que siempre quiere tener la razón. Crítico que da gusto; va por la vida juzgándolo todo y si no le agrada, lo comentará sin reparos. Un tipo emprendedor, optimista y oportuno . Un carajo que sabe arriesgarse y que luego se levanta con la cabeza en alto si la caga... Pero sobre todo, es buena gente, de verdad que es muy buena persona, tanto que a veces yo me siento basura por su culpa. (Lo menciono pues es una de las cualidades mas importantes y que más olvidamos buscar en las personas que nos rodean)

Y ahora lo más importante: Es una persona a la que admiro. Lo admiro porque desde que le conozco ha evolucionado y se ha superado demasiado. Ha crecido como persona y va dando saltos gigantones en dirección a sus metas. Es decir, por cliché que suene, es de esas personas que te demuestra que querer es poder. Que uno tiene que luchar por las cosas que quiere en la vida. Que disfruta de los retos. Y aunque jamás lo diga, me enorgullece que esté luchando por todas aquellas cosas que quiere. Me gusta verle orgulloso de lo que hace, me transmite a mi la misma alegría aunque el triunfo no sea mio. 


Querido, nunca te lo he dicho, pero de alguna manera me has inspirado a ser de esas personas que van por lo que quiere. I could just imagine you telling me to go for it, to fight for what I want. And then I started not only dreaming, but trying to find  a way to accomplish what’ve dreamed about –haven’t done any of them quite yet, but I’m in the process to get to a few of them started (soon, I wish). Y yo, personalmente, creo que amistades así hay que mantenerlas cerca, de esas que no solo te alegran el día, te apoyan y te aportan conocimientos de cosas que tu no sabías (algunas que tampoco te interesan, pero bueno, nadie es perfecto y los conocimientos nunca sobran) sino que además te impulsan a ser mejor persona, o al menos a ser más la clase de persona que quieres ser. 
Gracias por todo. And I mean it. 


P.D.: Seguro me han faltado un montón de cosas por nombrar, me disculpo por adelantado.
P.D.2: “God knows why, I’ve always cared for you, like yes.. I’ve known you from before I actually did”. 
 If I/you/we thought that was gay-ish, I should just kill myself right now.


Victoria B.

sábado, junio 23, 2012

Lección #1: Exprésate.


Si no dices las cosas cuando las sientes, entonces luego te vas a arrepentir.

Si no dices las cosas cuando las sientes, pues luego vas a tener que hablar en pasado, y de esa manera todo pierde sentido. “Yo te quise”, “Durante mucho tiempo, te extrañé”, “Juro que creía odiarte”.

Cuando dejas el momento pasar, entonces la argumentación de tus sentimientos pierde validez. Más adelante quizá, aunque recuerdes como te sentías, puede no seas capaz de expresarlo con la misma precisión que podrías haberlo hecho al momento; puede que, incluso, ya no veas la menor razón de tu sentimiento; de la misma forma que quizá ya tampoco valga la pena decirlo.

También está la posibilidad de que no digas las cosas cuando las sientes y luego, al decirlas, ya sea demasiado tarde. Tal vez, de haberlo dicho a tiempo, la otra persona podría haberte respondido un “Yo también te quiero” o “Yo también te extraño” o “Vamos a arreglar esto antes de que sea demasiado tarde”. Pero si no lo decimos, ¿Por qué habría de hacerlo la otra persona? Alguien tiene que tomar la iniciativa, y a veces, nos toca hacerlo a nosotros, es todo una cuestión de que ambas partes colaboren.

De manera que, aquí vamos... Y es que yo casi nunca digo las cosas al momento en que las siento. Entonces luego ya es demasiado tarde; o a veces no, pero suele ser el caso. Consecuentemente, todo se rompe, todo se cae, todo pierde sentido, ya no vale la pena decir las cosas… o quizá si. Y entonces lo hago, expreso lo que sentí, y entonces confirmo que, de haberlo dicho al momento en que lo sentí, todo podría haber sido muy diferente. Pero no lo hice. No tuve el valor de enfrentarme a la realidad. No tuve el valor de pararme erguida y decir: Esto es lo que siento. Ya, lo sabes, ahora tú haces lo que quieras con ese conocimiento. 

Y es así como aprendo una lección. Anoto en mi lista de cosas que no debo olvidar:
“Si sientes algo, dilo. Puede que mañana sea demasiado tarde.”


Victoria B.

jueves, junio 21, 2012

Desde mi punto de vista.


Sientes que la culpa te invade el corazón y se te llenan los ojos de lágrimas. ¿Por qué siempre tienes que herir a quien si está ahí para ti? Te sientes culpable porque sabes lo que has hecho, pero eres egoísta. Sabes que jamás podrás devolverle todo lo que te ha dado, sabes que jamás podrás quererle como te quiere. Pero a ti te hace sentir segura, e incluso a veces te completa. Te gusta saber que cuentas con alguien.

Y lo estas haciendo, si. Algo que siempre has criticado de tus amigas. Sabes que está ahí, omnipresente. Jamás dirá nada, no. No se arriesgará y tú no vas a sacar el tema. Pero está; y está mucho más que tú. También lo sabes. Tampoco lo dirás.

A veces, también, quisieras huir, te preguntas cómo hacerlo, qué razón darías, cómo podrías terminar todo sin hacerle daño. Pero todo son incógnitas… todo menos la certeza de que si te vas, no hay manera de que hacerlo con elegancia, sin que nadie salga herido.

Y luego te tomas el tiempo de imaginar tu futuro cercano sin su presencia. Parece algo inconcebible. No es que sea parte crucial de tu vida. Pero ciertamente forma parte del ahora. Y está bien ahí, es una pieza que encaja a la perfección. No ves razones para deshacerte de esa pieza y dejar el espacio vacío. ¿Qué pinta ese hoyo en tu vida? Pues nada. ¿Qué pinta él? Sonrisas, sólo eso, si. Sonrisas. Más que suficiente, me parece.

Aunque reconozcas tu egoísmo, no puedes dejarlo de lado. El encontrar el problema no es lo mismo que erradicarlo. Y es que, viéndolo desde este lado del cuento, nada aquí es un problema. Hasta que te pones en los pies del otro. Y la situación se pinta mucho más gris, mucho menos sonriente, mucho más dramática.

No encuentras como agradecerle ni como disculparte. Pero siempre procuras hacerlo. Dar las gracias; gracias por estar ahí, por dar fuerzas en momentos de flaqueo, por regalar sonrisas sin pedir nada a cambio.. por seguir ahí. Pero también has de pedir disculpas. Y es tener que disculparte por ser egoísta, por no ser ni la mitad de buena persona que te cree, por abusar de su cariño… por no poder darle todo lo que se merece. 



Victoria B.

miércoles, enero 04, 2012

Cavilaciones nonsense.


Esto es algo que he escrito hace no mucho, el 25 de diciembre pasado (2011, sí) Y pues hoy me he decidido a lanzarlo al agua. 

Si algo me ha enseñado la vida es que no puedes limitarte a ti mismo. Que no puedes cerrarte a nuevas oportunidades y nuevos prospectos. Me ha enseñado que las mejores cosas las encuentras en los lugares menos esperados y que las que más ilusión te hacen y de las que más esperanzas tienes, suelen traicionarte y no resultar ser tan agradables como esperabas que fueran.

Ese comentario va, sobretodo, dirigido a las relaciones humanas, a cuando vamos por la vida y creemos haber encontrado al ‘hombre ideal’, que termina siendo nada más alejado que eso.  Y luego, donde crees no existe ninguna posibilidad de si quiera considerarle un prospecto, terminamos consiguiendo a aquella persona que poco a poco se fue metiendo en nuestra vida, en nuestra mente… en nuestros corazones.

Hace un año exactamente, entre todas las tragedias que invadieron esta época que nadie espera sea sino alegría y ya a mí me traía nostálgica por estar lejos de casa, la vida empezó a demostrarme que las mejores cosas pueden venir en los empaques menos comunes. Esta próxima semana habría sido una de las cosas más bizarras en años. Hay días que tengo completamente en blanco. Hay cosas que recuerdo y que hubiera preferido olvidar, hay momentos y personas que grabe en mi mente y sé que se quedaran tatuadas ahí por siempre.

Pero ya basta de recuerdos de hace un año, tengo que dejar de vivir en el jodido pasado. Tengo que dejar de vivir de mis jodidos recuerdos. Tengo que ver el ahora. Y todo esto comenzó, porque últimamente me he dejado a mí misma creer que en ese empaque raro, empalagoso y consistente, conseguiría algo más. Con todo esto me he conseguido con una persona sola, patética y, bueno.. pues sí, todavía empalagosa. Me encuentro a mí misma, dándole oportunidad a lo que más alejado podría estar de cualquier cosa que a mí me pueda gustar.

También me encuentro involucrándome y dejando entrar en mí vida a personas que jamás pensé me fueran agradar de verdad. Me veo abriéndome con nuevas amistades, me veo siendo yo misma sin dejarme cohibir en lo más mínimo… porque apenas les estoy conociendo, porque empezar de cero te da la oportunidad de ser tú, porque no hay estereotipos previos de tu persona que rijan su imagen de ti.

Y entonces me reencuentro con viejas amistades. Con gente que recuerda a una Victoria que respeta a los demás, que no te dice todo lo que piensa para no herirte, que se traga sus sentimientos y las demostraciones de los mismos (sigo tragándome lo primero, mas no lo segundo), recuerdan a una Victoria que daba abrazos, que se tragaba su ego para no parecer arrogante, etcetcetc. Y confieso es un asco cuando me encuentro con esos amigos, ven a la nueva yo y me preguntan con cara de decepción y tristeza “¿Qué te paso?”

A ver, señores, yo creo que estoy feliz con quien soy hoy, y hasta los momentos, no pretendo hacer nada para cambiarlo. Hoy soy quien por mucho tiempo evite ser para no caer mal; hoy me importa poco como le caiga a las demás personas, soy yo y punto, a quien el agrade, sea bien venido, a quien no… lo siento, dese la media vuelta y enfile retirada.

Justamente por ser ‘yo misma’ es que a veces me pregunto por qué estoy tratando de darle un chance a alguien que es tan jodidamente diferente a mí. ¿Por qué? Vamos, confieso he sido clara, le he hablado feo, hasta he tratado en alguna oportunidad de que se aleje y me deje en paz… pero sigue ahí, al pie del cañón, aguantando los golpes. Y entonces no sé si el carajito es masoquista o es que de verdad quiere intentarlo… El problema, es tengo un problema con cualquier caso: O sé de antemano que tiene problemas mentales, o tiene problemas mentales y de paso me da miedo. ¿Miedo por qué? Porque no creo estar en un momento de mi vida para tener algún infortunio amoroso. No creo estar lista si quiera para dar un paso y dejar mis emociones ir más allá con alguien nuevo… Joder, que ya sabemos todos que yo me empepo, que me engancho con el muchacho y aunque no me enamore, llego a involucrarme lo suficiente como para volverle punto de comparación con los próximos pretendientes… y no quiero seguir llevándome más fiascos con gente nueva. Creo que ya está bueno de darme golpes contra la pared, joder.


PD.: Ahora que lo estoy leyendo de nuevo, creo que hay una media parte del post que poco tiene que ver, y luego comparas el inicio con el final y no tiene mucha coherencia. Si, señores, lo sé. Lo siento, pero no me pidan coherencia cuando ni yo misma entiendo muy bien de qué es lo que voy. 

Victoria B.

domingo, octubre 09, 2011

Divagaciones y Conversaciones. (O viceversa)

Hay veces en que solo necesitas que te pregunten para soltar ese palabrerío que te tienes guardado entre pecho y espalda. Y hoy hubo alguien que se tomo la molestia de preguntarme.
Sin que tuviese que preguntar dos veces empecé a contar la base de mis problemas, aunque sin mucho detalle por la falta de confianza, pero ahí estaba yo, diciendo entre líneas mis muchas preocupaciones (Que si a ser honestos vamos, resultan tontas e infantiles). Mientras pensaba en cómo redactar aquellos párrafos en los que explicaba el porqué de esto y de aquello –sin ningunas ganas de hacer parecer estaba bien- me di cuenta de varias cosas, que minutos más tarde fueron tema de debate conmigo misma; otro de esos monólogos que me lanzo tres o cuatro veces por luna.

Cada vez me encierro más en mí misma. He construido una cueva desde la cual me aferro a un mundo que no deja de girar, de dar saltos y de cambiar sin pedirle permiso a aquellos transeúntes que  creen pertenecer a él.
Desde mi cueva hay cosas que se ven más claras, y muchas otras bastante más borrosas. Pero sin lugar a dudas, es una cueva fría y solitaria. He creado un submundo donde no confío en nadie más que en mi misma y esas rocas que me rodean y que me dan un sentimiento de seguridad.
En cuestión de meses he logrado encerrarme, enjaularme de tal manera que pocas cosas tienen sentido al ser narradas (ni vociferadas, ni bien escritas, podrían tener sentido alguno). ¿A quién le va a importar? ¿Qué me van a decir que no me hayan dicho en el pasado? No es por ser sabelotodo. No es porque yo sepa más que nadie y me vayan a repetir lo que ya sé (porque bien sabemos que mis conocimientos sobre 'la vida' son tan escasos como los de una lechuga -¡y vamos con las comparaciones a los vegetales! Son efectivas, lo admito-). Es porque ya me lo han dicho, y si algo sé: es escuchar. Escucho y memorizo. Las palabras se clavan en mi corazón y permanecen ahí tanto tiempo como mis propios pensamientos. Hay palabras que escuecen y hay pensamientos míos que me avergüenzan de si quiera estar ahí.
Porque a mí me resulta vergonzoso estar en esta situación. Una razón más para no hablar de la misma. Porque odio con todas mis fuerzas fallarme a mi misma de la manera que lo he hecho -y sigo haciendo-. Me humillo cual lacayo sin apellido ni vergüenza.
Podría escribir al menos cinco páginas de comentarios de esa índole que he mencionado a otras personas, comentarios y consejos que yo nunca tome en cuenta para mi persona. Pero como de costumbre, soy demasiado testaruda para hacerle caso a nadie, si quiera a mí misma. Es entonces cuando compruebo que sigo siendo una niñita inmadura, que quiere las cosas a su modo, que idealiza mundos imposibles, que espera soluciones que caigan del cielo; pero que sobre todas las cosas, sabe que nada es tan dulce en la realidad como en los sueños. Esta es una ínfima porción de la realidad que si tengo clara.

“No estás sola” deja entender, “siempre habrán amigos para ti”. La cuestión es, querido, que yo no quiero que estén ahí. Yo no quiero estar sola, no, pero tampoco quiero compañía. No espero que nadie lo entienda, pues a mí me cuesta explicarlo de alguna manera que si quiera a mi misma me parezca coherente.
Quiero que estén ahí, pero no quiero hablar de ello. Quiero sentirme acompañada, pero que no me agobien. Quiero compartir mis ideas, pero jamás divulgarlas. Quiero encaminar mis proyectos, pero no tengo bases. Quiero construir esas bases, pero necesito socios. Quiero conseguir esos socios, pero mi voz no es capaz de gritar por su colaboración. Quiero que mi nombre perdure, pero jamás ser mencionada. Quiero estar allá, pero no puedo dejar esto. Quiero gritarlo todo a los cuatro vientos, pero me da pánico que alguien llegue a conocerme de nuevo.
Quiero muchas cosas, demasiadas, y yo soy mi propia enemiga. Voy contra mi viento y mi marea. Hoy, gracias a esta conversación, me he dado cuenta de ello. ¿Haré ahora algo al respecto? ¿O seguiré labrando discursos heroicos en las paredes de mi cueva?
“¿Dejaré a alguien entrar algún día?” Me pregunté luego a mi misma. Después comprendí que estaba tomando, de nuevo, la dirección equivocada. El camino es hacia afuera. Hacia la civilización. Una sociedad llena de gente, algunos me conocen y otra vasta mayoría no, algunos me aprecian, otros me detestan y a muchos otros solo les resulto ‘agradable’, “si, la muchacha del pelo corto que sonríe y habla poco” “La amiga de fulanito/a” dicen otros.
Está de nuevo todo ese inmenso mundo de oportunidades abierto ante mis ojos. Estoy en el eje. Solo tengo que saltar. Estoy ahí, no he empezado nada, aún con 19 años tengo “toda mi vida por delante”, pues no he hecho nada con mi jodida vida. Tengo un millón de decisiones por tomar, de las cuales casi todas serán erróneas y otras pocas me llevarán por aquel camino lleno de enredaderas, pasadizos y tropiezos que sé que voy a amar al tener que atravesar. Porque si bien recordamos, no me gustan las cosas fáciles. Lo fácil me aburre, lo sencillo me desgana, y lo posible me duerme.

Aquí estoy yo, Victoria, una muchachita sumamente infantil de 19 años que vive en su mundo donde todo lo imposible, es su meta a seguir.


I’ve been reading Alice In Wonderland again, and this line Alice said to herself its SOO much like me:
"Good advice. If I listened earlier, I wouldn't be here. But that's just the trouble with me. I give myself very good advice, but I very seldom follow it"
No, certainly I would not be here at all if I'd listened to myself.




Victoria B.

jueves, septiembre 22, 2011

Somos lo que recordamos.

Si nos ponemos a pensar bien, nuestra vida está formada por momentos claves que guardamos en nuestra memoria. Somos lo que recordamos, creemos en diferentes cosas y todo por experiencias de la vida. A medida que crecemos los momentos que son importantes para nosotros van cambiando de contexto.

Recordamos esos viajes de chicos. Esa canción que sonaba en el carro mientras viajábamos por carretera. Aquella posadita donde nos quedábamos con la familia. Algún chiste en particular que hicieron “los grandes”. Las travesuras que hacías con los de tu edad en la familia. Las pequeñas peleas, las sorpresas, las sonrisas. Recordamos a nuestros amigos de la primaria, la sencillez de nuestras vidas, algunos profesores y las actividades extracurriculares. Nuestra curiosidad por aquello que se nos escondía y más travesuras.

Vamos creciendo y almacenamos la primera vez que salimos sin supervisión, la primera idea de amor, las amistades cada vez más fuertes, recordamos momentos con amigos de toda la vida. Nos sentimos grandes, nos gusta creer que somos más que unos pequeños piojos en la vida. Recordamos peleas con los padres, malcriadeces nuestras. Hoy vemos lo alborotadas que estaban nuestras hormonas.

Graduaciones. Nuevos amores. Estudios universitarios y de nuevo profesores que valen oro. Viajes con tus amigos, noches de desvelo estudiando. Siempre recordaras esa materia que se te hizo imposible y te dio la guerra, así como recordaras el momento en el que por fin lograste pasarla. De nuevo el orgullo de ser graduando. Nuevamente habrá relaciones que se marchitan y otras que florecen. La vida laboral empieza para nunca acabar. La emoción del primer trabajo y los primeros colegas. Otros trabajos vienen y nuevos colegas se añaden a tus amistades del facebook. Viajas finalmente con tu propio dinero, fotos y videos quedan para la posteridad. Matrimonios de tus amigos, eres dama de honor/padrino en la boda de alguien que adoras. Ves como sus años pasaron, y los tuyos pasaron a su lado. Miras atrás y te encuentras con otro montón de cosas que sabes nunca olvidaras. Tu propio matrimonio llegó, el día que todos proclamas como el más memorable de tu vida. Quizás no sea así. Pueden venir hijos, muchos o pocos. Puede venir un divorcio, en el peor de los casos. Tu vida va viento en popa. Primeros pasos del bebé, primera palabra, primer día del colegio, su camisa va cambiando de color, el va creciendo. De nuevo las graduaciones se inmiscuyen en tu vida.

Y así, poco a poco, vamos creciendo y madurando para almacenar más recuerdos. Para sentirnos vivos. Llenarnos de experiencias, estudiar, trabajar, tener una familia y llegar a la cima de nuestras vidas con un almacén lleno de logros. Pero ninguno de esos logros sirve de nada si no logramos recordarlos.


Todo esto viene a que mi abuelita tiene alzhéimer, lo ha tenido por mucho tiempo ya, no es algo que me aflija, no… sabemos todos que son cosas que vienen con la edad. Pero veo como a veces se pierde del todo. Como se frustra por no recordar algo. Y eso es lo que más me da dolor. No imagino lo que podría ser no lograr recordar tu vida. ¿Quién eres si no recuerdas tu pasado? ¡No sabes quién eres tú! Y pues llegar a un momento en que no te conoces a ti mismo, tiene que ser terrorífico. Y es entonces cuando se aferra a esos cinco recuerdos que tiene, casi todos de su infancia, (que no sé porqué son los que la gente con esa enfermedad mas recuerda) y los cuenta, una y otra vez, supongo que uno ha de sentir que si alguien más entiende su vida, ella sigue ahí, alguien más seguirá sabiendo quién es ella. También supongo que si lo repite, si se lo repite a si misma muchas veces, se asegurará de no olvidar esos pocos recuerdos también. Y algunos momentos reviven con una imagen, con una foto. Un instante de lucidez en el que logra reconocer las caras, pero nunca logra contar mucho de la situación que se vivía al momento de la foto.

Tiene que ser muy duro… sí que lo tiene que ser. Que tu vida completa gire en torno a la confusión ha de ser de los peores sentimientos que se pueden tener. 


Esto todo viene porque hace poco me encontré con esta página: http://www.bancoderecuerdos.es/
Es un banco de recuerdos, es una caridad para la investigación de esta enfermedad.
Y después de leer varios recuerdos, me puse a pensar en lo difícil que debe ser para aquellos que han dejado sus memorias regadas a lo largo del camino, y que mi abuela es una de ellas. A veces imagino lo insoportable que puede ser un día para ella. Y a veces simplemente no le creo nada.

Victoria B.