jueves, agosto 30, 2012

Atrapados por España.


Hace poco más de una semana, mi mejor amigo regresó de un mes de vacaciones. No voy a contar de la obvia necesidad que tenía de verlo, sino de algo que el me transmitió al volver.

Resulta que se fue a España. Pasó un mes allá, viajo por el país y... y se enamoró.

Se enamoró como todos los que pisamos suelo español. Se enamoró del país y de su gente. De las costumbres, de las palabras, del acento, de las calles, de la cordialidad, de todo. Volvió diciéndome “Me quiero ir a vivir a España”.

Y es que es así. Uno anda por caminando por allá y de repente siente “Este es mi lugar. Yo debería estar aquí... por siempre.” Y  sale el que te dice ¿Cómo vas a dejar tu país? O que ¿Por qué te irías a un país que está rejodido por la crisis? Y tu piensas ‘no me importa la crisis, no me importa cómo estén, no me importa no sea mi país, jamás otro que no sea Venezuela lo será… pero lo siento apto para mí. Siento que allí encajaría, que allí no me verán como bicho raro, que podría evolucionar a mis anchas y largas… que sería un lugar donde podría ser infinitamente feliz.’

Cuando mi amigo regresó y me contó quería vivir allá, fue como si encendieran un suiche que estaba escondido y engavetado en el fondo de mí ser. Un suiche había encerrado por allá para olvidarme de su existencia.

Porque aunque poco conté de eso por aquí, mientras estuve en Inglaterra, mi mamá no hacía sino insistirme para que presentara la selectividad española y me quedará a vivir allá, en España. Yo decía que no, que mi alma mater era la UCV y que no estudiaría en otro sitio que no fuera esta universidad. (Eso sin duda sigue en pie, de eso no me arrepiento en lo más mínimo)

Al regresar total de Inglaterra, recordé lo que era Venezuela. Recordé todo lo que yo había decidido olvidar e idealizar mientras estuve fuera. El caos.  Y de repente me entró una depresión absoluta. Me odiaba por haber rechazado quedarme en mi España querida. Me odiaba porque me sentía en un limbo: no era de aquí, no era de allá, no era de ningún lado. Me odiaba porque había rechazado lo que seguro había sido una de las mejores propuestas de mi vida.

Con el tiempo todo fue pasando. Sobre todo pasó más aún en cuanto empecé la universidad y no sólo tenía material de interés para ocupar mi mente; sino que era un material que me encantaba. Estaba fascinada con mi carrera (y todavía lo estoy), entonces decidí olvidar cualquier idea de que haberme quedado en España habría sido mejor. Decidí abordar el tema y esconder el suiche para que no fuera un tema perenne que me atormentara en la cabeza. Lo escondí por mi bien y por el bien de quienes me rodean.

Hoy por hoy, solo estoy recordando aquella época, en la que soñaba con irme para allá y vivir en un lugar que sabía me tomaría de brazos abiertos. Hoy dejé el suiche a la luz, solo por un rato, porque soñar es gratis, y porque esa ilusión me encanta. De todos modos, hay otros planes tengo hace mucho y que no he abordado, planes que me facilitarían el que si algún día quisiera irme, podría hacerlo. Planes que espero poder cumplir… son de esas cosas que cuadra uno a largo plazo y que piensa con una sonrisa en la cara.

De momento solo estoy soñando de nuevo con las calles de Madrid. Pero creo me toca verlo así, sólo como un sueño. 


Victoria B.

1 comentario:

  1. Querida, no habré salido nunca de Venezuela, pero estoy seguro que muchos tenemos ese suiche, a la espera de ser encendido, aunque sea para soñar. Por ahora, te dejo una cita: "The road remains wide open while your dreams are still alive. Only fear can block the way."

    Cheers!

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