martes, enero 03, 2012

Anécdota año nuevesca.


El 31 de diciembre decidí que ese era un día de darme gustos, de ser fiel a mí misma y de simplificarme la existencia.

He tenido su número telefónico guardado durante los últimos 12 meses. Lo he tenido guardado sin saber muy bien porqué, pero ahí estaba. Cuando llegó el nuevo año no pude sino acordarme de él y recordarle hace un año exactamente: Entre mis brazos. Fue entonces cuando decidí hacer uso de ese número telefónico por primera vez, con algo muy simple pero que los dos sabemos: significativo.

Él no tenía mi número, nunca se lo di. Tampoco quería tuviese la posibilidad de escribirme; sobre todo, porque sabía no lo haría y no quería deprimirme ante el hecho de que no me pensaba. Aun así, sin haber tenido mi número y con un simple “Feliz año, querido”, supo que era yo. Me respondió a sabiendas de con quien hablaba, recordándome una imagen que compartimos el pasado año nuevo y llenándome el alma de una mezcla de alegría y nostalgia.

No puedo decir que me hiciste la noche, tampoco puedo decir que la arruinaste. Pero ciertamente, valió oro para mi esa corta conversación, una conversación que me llevó de vuelta 365 días y que me dejo el buen sabor de boca de que con solo decirte Querido, supiste que era yo… O quizás esperabas mi saludo, eso nunca lo sabré. 

Victoria B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario