sábado, julio 09, 2011

Impresión inmediata al regresar a Venezuela.

Llevo ya poco más de una semana que regresé a mi ciudad natal. Una semana de volver a la anarquía, no había escrito nada, pues primero fueron días de acoso por parte de mis amigos, y luego decidí darme un tiempo solo para mí y para disfrutar como me gustase.
He de adelantar que muchos leerán lo próximo y quizás piensen que soy una arrogante, que ¿Quién carajo me creo? Que siempre la gente cambia demasiado cuando se va a otro país y luego regresa. Es muy posible que tengan razón, pero también he de decirles que me importa poco.


El caso es que fue una especie de shock, llegué el jueves 30 de Junio. Venía en el avión, -voy en la ventanilla- y como siempre, uno se asoma a ver la belleza que le espera al aterrizar. ¿Qué se ve cuando vienes llegando a Maiquetía? RANCHOS. Genial, una vista de puta madre. Al bajar vas caminando por el gusano que tiene huecos en el piso bajo la alfombra que caminas, sientes como los hoyos amenazan tu vida y tu solo quieres sobrevivir hasta el final, donde la cara del hijueputa de Chávez te está esperando con el puño en alto y la mejor publicidad del mundo para hacerte creer que todo mejoró mientras estabas fuera. Ó bien, que llegas a lo mejor de lo mejor, al país que le hace competencia a los primermundistas Europeos.

Llegas a la cola de inmigración, grandes colas que avanzan lentamente, sin mucha señalización, habían carteles para nacionales y carteles para extranjeros, al final todos íbamos por la mismísima puta cola. Tú, en tu cola, con los papeles que te dieron a medio vuelo donde tienes que llenar toda la información posible, tu tipo de sangre y cuantas pantaletas llevas en la maleta. Menos mal no me jodieron, aún cuando venía con tres enormes maletas, una “de mano”, mi morral y un enorme paraguas. La cuestión es que ya que amo el color rojo, fui inteligente y dos de mis maletas, de hecho son rojas. Así que los del Seniat no me jodieron al salir. He de decir que sí, es patético tener que hacer eso para no ser parado, pero no sólo las compré con esa intención, como ya dije, es para alimentar mi gusto por el color que tomó el simio. (Color que yo no le pretendo regalar, a mi que no me jodan)

Cuando salgo después de pasar mis maletas por el escáner, no veo a mi familia, y uno de los que arrastran maletas insistió en ayudarme a llevarlas, sin dejarme escapatoria alguna. Sin embargo, mi mamá ya me había dicho que ella no iba a arrastrar nada, que le pediríamos a alguien que las llevara en carrito hasta el carro. No habían llegado a buscarme, pero el tipo era de esos que no le importa nada, me proponía prestarme su teléfono y demás. Terminé llamando desde el centro de comunicaciones, con mi capital de bsf. 5, en una cabina que olía a mono corrio’.

Después de llamar me enteré que apenas estaban llegando, así que salí a avisarle a quién me controlaba, pues tenía absoluta potestad sobre mis maletas, que tendríamos que esperar otro poquito. El señor sin problema alguno se dispuso a esperar conmigo, buscándome conversa, recordándome el propio acento venezolano. Cuando íbamos con las maletas al carro, el hombre que estaba subiendo las maletas al carro fue ayudado por un oportunista, el otro llegó, montó una de las maletas en la parte trasera del carro y luego esperaba una recompensa por ello. Yo creo que hubiera caído, yo se la hubiera dado, al igual que mi tía, pero mi madre se rehusaba a ello, y teníamos un negro pegado a la ventana, dando golpecitos, esperando por su recompensa.

Ahí emprendimos nuestro camino de regreso a casa, y del Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar a mi casa en el municipio Baruta, fueron dos horas. Dos horas de cola, simplemente porque era “hora pico”, por falta de vías, por carros infractores, porque así es como funciona Caracas, y todos lo sabemos. Había carros accidentados en el canal del medio, carros viejos que nadie sabe cómo resisten tanto trote, carritos echando el humo parejo, trabajadores a los lados de la vía (afortunadamente eso era bajando a La guaira y no subiendo a Caracas), había de todo. Y yo recordándome que sí, dejaste el primer mundo, eso ya está atrás: acostúmbrate.

¿Por qué? ¿Por qué me tengo que acostumbrar y aceptar la anarquía? No me parece señores, ¡no me parece!



El día siguiente al tomar al carro fue de nuevo la misma cosa, motorros tocando cornetica para pasarme de lado, para joder un poco. Yo mentando madres, dentro del carro, sin ser oída por los macacos, pero si por mis acompañantes que insistían Aquí no puedes hacer eso, Victoria. Aquí no les puedes llamar Tukkis, o negros de mierda ni nada, si te escuchan: te pegan un tiro.” Y yo, “¡ME IMPORTA UN COÑO, QUE ME MATEN!”.

No entiendo, no entiendo nada. Puede que el país sea el mismo de cuando me fui, pero estaba acostumbrada, estaba igual que esa gente, que todo me parecía normal, que así era y uno debía dejarse subyugar por la anarquía, por la delincuencia, por la falta de moral y valores, por toda la puta cochinada que tiene este país. Pero luego conozco como deben ser las cosas, veo que no es tan difícil, que la gente es cívica porque les enseñan a serlo (y si no lo son pagan multas del carajo), simplemente creo que no es tan difícil. No digo que aquello sea el paraíso y que no pasa nada malo, ni que no haya gente imbécil con poco cerebro. ¡Pero las cuestiones básicas funcionan! Y allá no sales cada día a arriesgar tu vida, allá vas por la vida feliz y tranquilo… queseyo. Me tocará “adaptarme al medio” (insisto en que me jode la puta verborrea científica), pues si no lo hago, en este país, estoy jodida.


Victoria B.

2 comentarios:

  1. Hola, solo te digo q no es solo venezuela...son muchos paises los que no son ordenados. Al contrario, diria que la mayoria de los paises del planeta son desordenados, pero te entiendo, pienso que deberias regresar de donde te mudaste o emigrar a un tercer pais que sea similar a lo q ya estabas acostumbrada. Espero este bien saludos ! Alex Diaz-Rivera

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  2. ¡Hola!
    Ya, lo se, tienes razon, no es solo Venezuela, somos muchos los que estamos en esta situacion de absoluta decadencia trecermundista. Sin embargo, esta es la realidad que yo vivo, y por ello es de la que hablo. No puedo ponerme a hablar de otros paises que aunque se que deben estar en condiciones similares, no conozco y no he vivido en carne propia.
    Tu sugerencia, es exactamente lo que tengo en mente, solo que tendre que esperar unos cuandos años, a tener ingresos propios y valerme por mi misma. Cuando eso pase, me ire, me ire lejos a vivir en alguna sociedad civilizada... la alemana, por ejemplo.
    Un saludo, gracias por pasarte y mas aun, ¡Gracias por comentar!

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