martes, febrero 15, 2011

“Los hombres no somos tan sencillos como a veces parecemos…”

Alguien muy sabio me dijo un día “Los hombres no somos tan sencillos como a veces parecemos…”


En el momento estuve vagamente de acuerdo, hoy por hoy, no puedo estar más segura de ello, lamento informar que odio no tener el control. Odio no tener en mi mano todas las cartas que se están jugando, pues estoy acostumbrada a siempre tenerlas, y si no, por lo menos suelo saber las cartas que mis contrincantes juegan… Sí, yo juego sucio, hago trampa, esa soy yo.

A pesar de ver en tus ojos y sentir que me dicen la verdad, no puedo evitar escuchar tus palabras y meterlas todas en una inmensa caja que dice “MENTIRAS”. Siento como cada una de tus frases han de haber sido repetidas múltiples veces a cada una de aquellas que como yo ha sido dueña de tus besos. Siento que son frases que están anotadas en aquel librillo de ‘como llegarle a una mujer’, el problema, querido, es que a mí ese palabrerío repleto de intensidad me aleja cual rock a una chica fresa.

No te mentiré, a veces te pienso, a veces pienso en lo que fuimos, en lo que pudimos haber sido, en lo que fue y en lo que nunca será. Ahora solo te veo, y no soy capaz de verte como antes, no soy capaz de sentirte cerca, no soy capaz de imaginarte siendo mío de nuevo. No te diré que no he pensado en tus labios, pues a veces extraño el cosquilleo que me hicieron sentir. Te diré que si tengo la oportunidad, los degustaré de nuevo, memorizaré su forma y cómo juguetean con los míos, pero jamás volveré a sentirte mío. Y es que fuste un patán, lo sabes, te lo dije, te comportaste como en el fondo yo siempre supe que te comportarías. Fuiste aquel chico del cual mi amigo me advirtió y me recomendó no enamorarme… menos mal tengo amigos como él… menos mal lo escuché y siempre tuve en cuenta el hecho de que puedes ser tierno, educado, caballeroso, y al mismo tiempo, ser como cualquier otro hombre y no dar mayor importancia a los sentimientos ajenos… y es por eso que nunca te dejé entrar en mi corazón, cariño.

A veces me pregunto por qué esperaste todo un mes para volver a hablarme… Por qué demonios no me dijiste antes nada. Todo pudo ser diferente, muchas cosas pudieron cambiar, habrías tenido más tiempo para hacerme cambiar de opinión… pero luego pienso que es que nunca quisiste hacerme cambiar de opinión. Son solo las ganas de recorrer una vez mis labios… y es que los dos sentimos esa necesidad de pertenecernos al menos una vez más…

Ahora me pregunto… ¿Serás capaz de dejar de lado cualquier sentimiento o palabrería para solo satisfacer un instinto primitivo?


Victoria B.

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