jueves, febrero 23, 2012

Una amistad perdida.


Hay un tema que me amargó mucho durante bastante tiempo, hasta hace como un mes. Y este tema tiene que ver con mis amistades… una amistad en específico, de hecho.

Está esta amiga, que conozco desde toda mi vida, literalmente. Y cuando digo literalmente es en serio.

Resulta que hubo dos parejas en diciembre de 1991 que entre la alegría de las fiestas, se dieron a la tarea de concebir un par de fetillos. Ahí estaban, los dos nasciturus. Una pareja de casados que ya tenían su apartamento y otro par de hijos. Y una mujer que vivía en su pequeño apartamento de soltera.

Esta última ha quedado en estado y decidió tenía que comprar una casa más grande para darle oportunidades y calidad de vida al ser que llevaba dentro. Y resulta ha comprado un apartamento en el mismo edificio dónde vivía la otra pareja ya antes mencionada.

Es así, como en Septiembre de 1992 nacen dos niñas, con tres días de diferencia la una de la otra. Las dos han nacido en la misma clínica, y sus dos madres ya se habían conocido un poco en el ínterin.

¿Y que mejor, que presentar y hacer a estas dos pichurras amiguillas desde bebés?  ¡Pues nada es mejor que eso!

Es así como nace mi amistad con ella. Crecimos siendo amigas, jugando en la casa de la una o de la otra, comiendo helados donde Romeo y jugando con la gatita de esa frutería. Es así como armamos nuestros imperios de Barbies. Como nos mentíamos y exagerábamos historias. Como fuimos compañeras de juegos de video. Como bajábamos al parque y nos columpiábamos al son de nuestras voces cantarinas, desgarrando los tímpanos de todo aquel que pudiese escuchar nuestras salidas de gallo resonando. En fin, es así como crecí, con mi mejor amiga, que estudiaba en el mismo colegio que yo, con la que me metí en múltiples “actividades especiales”; inserte aquí aquel intento de ser parte del equipo de Voleibol que no resultó en más que dos niñas que se jubilaban siempre de la clase para ir a jugar por todo el desolado colegio. Es así como alguien pasa de ser una amiga, a ser parte de tu familia, a influir tanto en quién eres que ya no puedes imaginar un ‘hoy’ sin ella, porque ha sido siempre parte de tu vida.

Pero bueno, vengamos a un pasado mas cercano, como todos los que estamos aquí ya sabemos, yo me fui vivir nueve meses fuera. Esto no ‘daño’ nuestra relación, sólo dejamos de hablar muy seguido y dejamos de vernos con periodicidad, cosa que ya había pasado después de que estudiábamos en secciones diferentes + yo mudándome + luego el fin del colegio. Pero bueno, eso solo era un pequeño distanciamiento, cuando volvíamos a hablar o nos volvíamos a ver, todo era como siempre. Y es así como confirmas que una relación va más allá de “Amigas” y es cuando puedes pasar dos meses sin hablar con esa persona, y cuando vuelven a retomar contacto, todo es igual.

Mientras yo estaba fuera, ella también vivió unos meses en el exterior. Regresando a Venezuela un mes mas tarde que yo. Después de que ella regreso, pasamos bastante tiempo compartiendo ese agosto. Y como de costumbre, nuestras primeras semanas de septiembre también pasamos muchísimo tiempo juntas –ya que son días de celebrar y de euforia, por nuestros cumpleaños y toda la cuestión-. Comencé yo la universidad en octubre, y nos veíamos menos, pero seguíamos hablando con cierta frecuencia. Ella estaba pendiente de mí y como me iba en mis nuevas experiencias, y yo de ella y sus planes, es decir, dos amigas normales. Fue, si no me equivoco, a finales de ese mes, cuando ella volvió a viajar al exterior. Y fue, paralelamente, cuando también decidió empezar a tratarme indiferentemente. –No me pregunten a mí la razón-. Estuvo un par de meses fuera, en ese periodo hablamos unas tres veces. De las cuales creo puedo decir yo tomé la iniciativa en dos. Y ella, por su lado, respondía apáticamente y sin interés.

Victoria pensó que esperaría a que llegase, en navidad, el 25 de diciembre, en época de dicha y alegría, en época de compartir. Pero fue una presunción errónea. Estamos a 23 de febrero y yo aún no la he visto.

Habremos hablado como mucho unas cuatro o cinco veces. Todas bastante secas. Y la última, donde yo traté de preguntarle que qué le sucedía y porque cargaba esa actitud (esto fue entre el 3 y el 4 de enero, para ser precisos). Ella al parecer no notaba ninguna irregularidad en nuestra situación. Aún entonces, cuando ya de por sí para mi ese día estaba siendo bastante malo, y había optado por ir a un día de cine sola, pensé en invitarla a que me acompañase en mi soledad. Incluso en ese momento, ya sabiendo que quería hablar con ella, me negó la invitación.

Fue esa la última vez supe algo de ella. Desde ese día no sé nada de su vida, no sé nada de su familia, no sé de su paradero, ni de sus planes. No sé nada.

Y no es como en otras ocasiones, cuando simplemente no hemos hablado pero sabes cualquier día nos saludamos o nos vemos y nos ponemos al día en todo. No, se siente roto, se siente desde hace mucho a que algo en mi vida –entre otro montón de cosas- cambió.

Yo tengo la esperanza de que ella algún día vuelva a ser ella. Tengo la esperanza de que algún día esa relación, enfermiza e insana que carga, terminará. Ella dice la hace feliz, puede que sea así. Pero no hace feliz a la muchacha que yo conocí toda mi vida, hace feliz a otra persona totalmente alienada y que llega incluso a causarme pena por su jodida dependencia.

Yo tengo la esperanza de algún día recuperar a mi amiga, y de que así, en el futuro, seamos dos vejucas con ochenta años que puedan decir “Nosotras llevamos estos mismos ochenta años completos siendo amigas”. Si, no creo sea tan difícil… o quizás si. 

Ciertamente ya me rendí, ya jalé suficiente mecate por un buen tiempo. Espero ella vuelva algún día, queriendo hablar, o al menos fingiendo nada paso, iremos al cine, a comer o a alguna de nuestras casas a ver una película y hablar paja y seremos las amigas que siempre habíamos sido. 
Pero para eso yo estoy clara falta bastante tiempo.



Victoria B.


P.D.: Y pues si, a pesar de 'haberme asumido', he terminado de escribir esto con los ojos aguados. Creo nunca lo había contado ni tipeado completo ni con tanta honestidad, sino hasta ahora.
Los dejo entonces, espero volver más seguido. Pues no he publicado no por falta de tiempo ni por falta de historias. Sino por falta de inspiración a la hora de ponerlo por escrito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario