No logro entender por qué te costo tanto entender que no hay ningún “we” entre nosotros… yo traté de comportarme políticamente, responderte amable pero firmemente.
Si te soy sincera, me pareciste ‘atractivo’ desde el primer momento en que te vi, no te voy a mentir. Pero luego de la primera impresión tienes que conocer mejor a las personas, ahí es cuando me di cuenta de que eras amable y buena gente, si… pero en la repartición de materia gris, llegaste tarde. Hiciste una cola muy larga para una buena apariencia y tu cerebro quedo chucuto.
Luego hubo un pequeño error, de esos que cuando los cometes se te quedan retumbando en la mente y piensas ‘Mierda, la cagué en grande…’. Pero no bastó con eso, no bastó con reparar luego ese error, no, tú tenías que venir a rematarlo todo… a tratar de llegar a algo.
Tú tenías que llegar con toda tu falsa virilidad y un aliento impregnado de alcohol y cigarro a joderlo todo un poquito más. Tú tenías que decir aquello que crees sentir -que te informo que no lo sientes. No me conoces como para sentir nada, son solo las hormonas echándote una buena vaina.-
Tú tenías que llegar y ponerte patético, para hacerme odiarte un poquito, así como odio inevitablemente a la gente patética. Tenías luego que tomar protagonismo en la noche, bañándote en alcohol, acabando con la cajetilla de Marlboro y buscando explotar tu hígado o tratando de conseguir un coma etílico. Con movimientos toscos, pisadas torcidas y oraciones vacías conseguiste que todo el mundo te viera con una indescriptible preocupación y decepción compartidas.
Y fui allí, cuando el cuarto quedó vacio, que después de más movimientos toscos, idiomas mezclados y alcohol inundando tu cerebro de poca habilidad, fue allí cuando los gritos se volvieron tu idioma, gritabas e insultabas, lanzabas improperios mezclando dos idiomas, hacía mí, hacía ti y hacía el mundo en general.
Yo helada, me alejé. Solo me alejé de ti y de tus gritos y de cualquier otra cosa que pudieras decir. Lo que me impresiona hoy es que eres tú el que me ve con desprecio, eres tú el que actúa como si nunca hubiese entrado a la habitación.
No te diré que no me molesta. Prefiero no tener esa clase de intensidades en mi vida. El problema aquí, es que habrá que convivir de una forma u otra, y aunque sea con monosílabos habrá que comunicarnos ocasionalmente.
Así que agarra toda esa mierda con la que cargas en el lomo y deja de comportarte como un bebé, que ya esa etapa la superaste hace mucho tiempo.
Victoria B.
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