Pues para mi tú ya hoy como si no existieras. Como si no me percatara de tu presencia, como si no
sintiera tus ojos clavados en mi espalda… o quizás soy yo que quiero imaginar
tu mirada enfocándose en mi dirección.
Yo he tomado el vaso en el que se encuentra mi orgullo
licuado y me he marchado. Me marcho porque ya no tengo nada que buscar en estas
tierras y me marcho porque aunque hubiese algo que anhelar, prefiero no
encontrarlo.
Hoy me he cargado las baterías antes de verte, me he llenado
de energías y de buen rollo. Porque no quiero que me afecte tu presencia y
porque no quiero mi semblante refleje cambio alguno cuando te vea. No quiero
que sepas que me duele.
No me duele que no estés. No me duele que no haya sido. Me duele
adentro, me duele por mí. Me duele mi orgullo y me duele saber que bajé la
guardia contigo. Que te empecé a dejar
pasar. Saber que había entreabierto la puerta y te dejé echar un vistazo. Saber
que ese alto muro que tenía construido, para ti deje que fuera una cerca al mas
puro estilo americano. Bajita y de madera. Enclenque. Lista para ser brincada... es más, pidiendo a gritos la brincases.
Para mi tú ya hoy como si nunca hubieras sido. Como si nunca
hubieses llegado. Cruzamos la mirada y no permito duré mas de un segundo. No te
sostengo la mirada más que a cualquier compañero de clase con quien no hable, y
no menos que a algún desconocido me cruce por la calle. El tiempo justo de la
indiferencia.
En estos días soñé recibía un mensaje tuyo. Te disculpabas
por cierta actitud y me pedías verme. Sorprendentemente, mi subconsciente te
respondió se presentaría al lugar pautado. No creo en la vida real hiciera eso.
Si acaso te respondería el mensaje. Sólo para que no fueras y te quedaras esperándome
indefinidamente. Pero porque ya sé en carne propia lo poco divertido que es
eso de esperar por el que nunca llegará.
Hoy, como dije, mi humor no podría haber sido mejor para
cuando te viera. Lo consideré un progreso cuando, incluso después de verte,
siguió siendo bastante bueno. Sólo hubo unos 30 segundos, solo 30, en los que perdí la
compostura y la rabia tomó control de mí. No fue necesaria más que una rápida liberación
de mi estrés para volver a mi estado zen. A mi buen rollo adquirido a conciencia.
Yo ya cerré capitulo. Cerré el libro. Literalmente: Lo cerré
y lo deposité en tus manos. Haz de esta historia una tuya. Es toda tuya para
que la rescribas, sin Victoria como personaje. Porque tal como quise estar presente en las lineas de tu vida en algún momento, hoy me rehúso a participar. Además, quiero dejar claro: Son estas las últimas líneas que te dedico en este espacio. En mi espacio. Es así como culmina este capítulo, y tú dejas de ser un personaje por el resto del libro de mi vida.
Es éste el momento en el que con alguna frase poética, empieza un nuevo capítulo, donde descubriré nuevos personajes y nuevas aventuras; y con las mismas, te deseo la mejor de las suertes en las tuyas. Espero crezcas, madures, te superes, consigas tus metas y tengas éxito en tu vida -profesional, deportiva y sentimentalmente-, pero sobretodo, espero seas feliz con tu vida y con la persona que eres. (Porque por más patán que seas, mientras te guste quien eres, todo va bien.)
Ahora si te digo que, ¡Adiós! Te veré como a cualquier extraño: por los pasillos. Con la indiferencia del que nunca fue ni será.
Ahora si te digo que, ¡Adiós! Te veré como a cualquier extraño: por los pasillos. Con la indiferencia del que nunca fue ni será.
“What is
that feeling when you’re driving away from people and they recede on the plain ‘till
you see their speck dispersing? It’s the too-huge world vaulting us, and it’s
good-by. But we lean forward to the next crazy venture beneath the skies.”
On the Road
-
Jack Kerouac.
Victoria B.
Supongo que siempre es mejor ser quien deja, sea como sea el contexto y el nivel, que el dejado.
ResponderEliminarEn eso tiene usted toda la razón. Se tiene al menos un pequeño control en la situación.
ResponderEliminarGracias por pasarte por aquí y por comentar.
¡Saludos!