Todo el mundo tiene una historia que contar. Todos y cada
uno de nosotros somos protagonistas de nuestra propia realidad. La gente asume
que como “su vida es aburrida”, no hay nada que contar de ella. Y es cierto que
hay quienes llevan un día a día bastante más agitado que otras, y viven en una
historia con muchos héroes y villanos. Pero eso no cambia el hecho de que todos
los que no viven esta clase de vida, sino una que se pueda calificar de ‘normal’
-entre los parámetros que designa la sociedad-, tengan algo que contar.
Recordemos que cada mente es un mundo. Y aun alguien que
vive un día a día rutinario, que va entorno a su área laboral y sin muchas
relaciones interpersonales, aun ellos tienen algo que decir. Aun ellos tienen
algo que opinar y que gritar al mundo. Cuan felices son en su mundo solitario,
o por el contrario cuan infelices les hace y lo mucho que quisieran cambiarlo.
Es más, el qué lleva a las personas a acabar así, absorbidos
por una rutina que no les satisface, ha de ser una historia fascinante de
escuchar o de leer, el qué pasaba por sus mentes al tiempo que su vida
evolucionaba en lo que es al presente, que opciones tomó y cuales otras rechazó,
que personas dejó ir para luego arrepentirse y a cuales mantuvo a su lado, el
como les marco su infancia, etc. Todo, absolutamente todo, puede ser el inicio
de una fabulosa narración.
Lo que hace falta es que las personas quieran contarlo. Y he
ahí el problema, la gente muy seguido no quiere que su historia sea conocida,
se avergüenzan de ella. La gente muy seguido considera que de su vida no hay
nada que contar y calla un montón de experiencias, que morirán con ellos sin
nunca haber sido dadas a conocer al mundo. La gente muy seguido se deja dominar
tanto por la rutina, que no creen que sentarse a escribir algo que les sucedió,
y que es posible haya calado en su persona dándole un nuevo matiz, sea algo que
valga la pena hacer.
Porque es mejor dejar que los demás escriban sus historias,
que los demás lo hagan, pero tú no. Tú, quizás, y sólo quizás, leerás algunas de
estas narraciones. Te adentrarás en la mente de otra persona y pensarás lo
magnifico que es poder ver el mundo desde los ojos de alguien más, pero eres lo
suficientemente egoísta como para no dejar los demás vean por tus propios ojos.
Victoria B.
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