Cuando llegué al hospital, aparentemente ya había salido del pabellón y estaba en ‘recuperación’. Me quedé en la habitación con la familia y otros amigos de él. Creo que pasó casi una hora hasta que lo subieron. Y bueno, he aquí el motivo de este post: cuando lo subieron aún le dolía mogollones.
Mi amigo es una de esas personas que jamás se queja por el dolor -o eso creía yo… hasta hoy- me imagino que el dolor era tal que respondía que ‘Sí’ cuando le preguntaban ‘¿Te duele?’. Le pusieron algo así como que tres cosas para que dejara de dolerle, todo conectado a una fina vía que estaba conectada a su brazo izquierdo. Es decir, todo lo necesario para doparlo y dejarlo con la lengua afuera babeando al son de los ronquidos. Pero no lo lograban.
Las quejas por el dolor, la verdad eran pocas. Pero cuando uno lo veía sin preguntarle nada, lo observabas como se movía, se acomodaba, se retorcía de todas las maneras a ver si se apaciguaba el dolor. Dejaba escapar alguna que otra mueca que revelaba lo mucho que le molestaba la cochinada esa que tenía en el -‘los’, en verdad – brazos.
Bueno, pues si, ceo que una de las cosas más desagradables de este mundo es ver a alguien que quieres pasándola roncha, quejándose, que algo le duela y no poder hacer nada. ESO, es lo que en verdad me molestaba.
A cada una de sus muecas, me preocupaba por su dolor y me exasperaba por mi impotencia. En esos momentos, solía cruzar miradas con su mamá, que aparentaba estar tan calmada como un pescador a la espera, pero cuando lo veía in pain y luego me veía a mí, notabas su preocupación y su angustia en sus ojos y dibujándose en una expresión de pocos segundos en su cara.
Cuando él hacía esas muecas, me provocaba darle un inmenso abrazo de oso. Pero habían tres cosas que me lo impedían: 1.- El brazo malo. 2.- La vía en el brazo contrario. 3.- Y su novia al pie de la cama viéndome feo ocasionalmente.
Dicho esto… ¿Soy yo la única que se pone de los nervios cuando un ser querido la está pasando mal y tú no puedes hacer absolutamente nada?
Es decir, esto no es nada nuevo en mí. Siempre que a alguien que quiero le duele algo, se siente mal o que simplemente no es un dolor físico sino que esta triste por equis o por ye razón, siempre siempre he sentido la responsabilidad -o más bien la necesidad, pues yo siempre me he creído wonder woman- de ayudarle.
Jus like that, creo que es mi instinto. El problema es que muchísimas veces, no puedo ayudar en nada y esto suele frustrarme -tal y como pasó hoy-. Quizás no debería sentirme responsable de ayudar a las personas que tienen algo, o quizás debería encontrar la manera de ayudarlos. A saber María, yo solo sé que hasta que el pocotón de calmantes que le metieron no empezaron a hacer su efecto -y que aunque decía ‘molestarle’ no hacía ya ninguna mueca- yo no me quedé realmente tranquila. Claro, no fui yo la que resolvió la situación, pero se resolvió y punto. Algo así como que media hora después de que vi que ya estaba más calmado, fue cuando me permití a mi misma irme. Tanto porque ya me tranquilicé yo, como para no estar presente cuando le volviera a doler el fulano brazo.
Creo que las peores ocasiones de amigos pasándola mal es cuando la persona no quiere ser ayudada. Me ha pasado con frecuencia que me dicen ‘no, tranquila, no tienes que hacerlo’ yo insisto y al seguirme diciendo que no lo haga, yo dejo de hacerlo –aunque siempre me quedo pendiente-. Luego los ves sufriendo para hacer una estupidez. Es ahí cuando yo intervengo nuevamente y me pongo a ayudar, como siempre.
He de admitir, que por mi complejo de Wonder Woman, también ODIO que me ayuden. Si, paradójico que me queje de lo que hago, pero así soy.
I think I would really like being wonder woman. -Creo que pronto dedicaré un post unicamente a eso-
PD.: Sorprendentemente, hoy no me molesto tanto como de costumbre el olor del hospital. Y el ambiente con el que lidié tampoco fue grave. Creo que quizás pueda reconciliarme -medianamente- con las visitas a los hospitales -Siempre y cuando no sea por mí-.
Victoria B.
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