A ver, yo no tengo un padre que me controle lo que hago y lo que no hago. Es más, mi mama durante toda mi vida ha sido de esas madres que te dan libertad y que te exigen que resuelvas por ti misma, siempre me ha dado las responsabilidades suficientes –al igual que las libertades apropiadas y necesarias-. Mi mama no me anda preguntando qué hago, qué dejo de hacer, a dónde voy ni con quién.
Yo no tengo un novio que me este controlando mis acciones ni que me este preguntando por mi vida. No hay alguien a quien deba contarle lo que hago o no, ni de que van mis pensamientos. Soy un ente totalmente independiente que no tiene responsabilidad moral de echar ningún cuento ni de tener ninguna conversación.
PERO, aparentemente hay amigas mías que no están de acuerdo, hay amigas mías que se comportan como un Marido Viejo. No sé cuando firmé qué contrato ni bajo qué condiciones lo hice, pero aparentemente, tengo la responsabilidad, es más: El Deber, de hablar periódicamente y de contar las cosas que me pasan, las que pienso, las que dije y las que dejé de decir. Aparentemente, en algún lado debo haber firmado algo que me ataba de alguna manera en que debe haber dos copias de mi cerebro.
Algo así como un disco duro externo. Eso es esta amistad.
Victoria B.
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