Me dirán loca, me dirán llorona, me dirán que soy una niñita. Pues sí, supongo que lo soy.
Hoy tenía que ir al odontólogo, ¿no? Bueno, anoche, yo juraba y perjuraba que eso debía ser en la tarde, como una cita odontológica NORMAL. Así que me tome esas libertades que se toma uno cuando está de vacaciones y no tiene compromisos en horas tempranas, dígase quedarte haciendo NADA hasta tarde. Pues si, yo me acuesto tranquilamente a las 4am para ir al odontólogo a eso de las dos de la tarde, normal.
A las 7 llega mi mama al cuarto “Victoria, no sé si la cita es a las 8 o a las 8.30, pero vamos a llegar a las 8 por si acaso.” Y yo “¡¿AH?!” mi madre se fue del cuarto ignorando mi exclamación, supongo que no grité tanto como creo, tomando en cuenta que estaba muy dormida.
Yo pues nada, me arregle lo más rápido que pude -despues de que logre despertarme, cosa que tomo al menos un cuarto de hora- pero terminamos saliendo igual a un cuarto para las 8. Para mí que íbamos bien, para mi mama íbamos tardísimo. Al final llegamos al OdontoSanitas del Vizcaya a eso de las 8.10am. Empiezo a escuchar que a un tal Alejandro que estaba varias personas al frente en la fila le dicen que si su cita era a las 8 tenía que haber llegado media hora antes de lo estipulado, –aun cuando ellos abren sus puertas a las 8am- (no lo entendí antes y sigo sin hacerlo) pues si, había que llegar media hora antes, ahí me tranquilice, dije “perfecto, no llegamos a tiempo así que no nos atienden, ¡Yeih!”. Cuando llegamos a que la Sabrina nos atienda, nos dice que no, que nuestras citas son a las 9 yo y a las 10 mi mama. Jum, así que si llegamos SUPER a tiempo ¿Qué alegría, no? Empece a desear que viniera u desastre natural. Un terremoto, algo que me diera excusas para huir.
Empezamos a esperar y esperar y a eso de las 9.15 me llaman a mí a entrar, la tipa súper amable me trata como si me conociera de siempre, es de esas mujeres que tienen una voz tranquilizadora. Sin embargo, con los nervios que yo cargaba, mi única respuesta a todo era un pequeña risita nerviosa, de tranquilizarme, no logro NADA. Me dice que me van a hacer unas radiografías, y me deja sola, en un cuarto totalmente blanco, con muchos aparatos color metálico y blancos y una silla íngrima y sola en el medio, forrada de un cuero azul cielo bien desabrido –de esos que solo ves en lugares como clínicas u odontólogos-.
Ya que me dejaron sola, ¿Qué hago? Me entretengo, empecé a dar vueltas en la silla marenadome, hasta percatarme de que hay una asistente viéndome, creo que con cara de mal humor, yo no se, estaba mareada. Me pone un aparatucho incomodo en la boca y se me acerca con una de las maquinas raras que había ahí a la boca, sale del cuarto con el control en mano -mientras a mi me matan con los rayos que salgan de ahí, ella está afuera apretando el controlito-. Entra, cambia la plaquita del aparato incomodo y sale para repetir el proceso en el otro lado. Al terminar me dice “Salga y por este pasillo al final, la sala 6”.
Vergación, ok, es el momento, en cuanto entre allí, ya no podré huir, en este trayecto me despedí de mis amigos en twitter, así como para que supieran que si no volvía a escribir, es porque había muerto en el intento de arreglarme los dientes. Entro y primero la doctora me hace todas las preguntas del mundo, desde cuantas veces me cepillaba los dientes al dia hasta que si tenía sospechas de embarazo. Iba llenando una planilla con cada una de mis respuestas.
Terminó la parte teórica y divertida, ahora se me acerca ella, baja la silla, me dice que me ponga cómoda, cuando está ahí, viéndome -las dos en silencio-, ella esperando a que yo abra la boca, le digo “Ok, no te lo tomes a mal, no es nada personal, pero te tengo miedo. Bueno, no a ti, a la situación :)”. Obviamente entendió a que me refería y se echo a reir mientras me decia que me tranquilizara que 'ahorita' no iba a hacer nada, pues supongo que no debo ser la primera que esta cagadisima frente a ella, asi que la deje no hacer nada, por ahora.
Llega una asistente a la sala –le llamo asistente porque dudo que esa mujer pueda ser llamada ‘enfermera’- la doctora se pone a revisar mis dientes uno a uno llamándolos por sus números y dando referencias odontológicas raras a cada uno de ellos -para alguien que no entendía nada, todo sonaba a que mi boca estaba podrida con cojones-.
Al terminar, agarra el taladrito y me dice “voy a empezar con esta del frente, si te duele me avisas para ponerte anestesia.” (Yo siempre evito que me anestesien porque ODIO las agujas), ella empieza a taladrar, duele. Me pregunta “¿Te duele?” al ver la mueca que no pude evitar, si, mueca de dolor. Hago una seña con la mano de que es solo un poquito. Sigue taladrando ¡AY MIEDA! No pude evitar soltar un quejido, me pregunta si quiero anestesia, me quite la careta, si la quería, moví la cabeza afirmativamente. En cuanto escucho que pide “una jeringa, por favor” cerré los ojos, no quería verla, no podía verla.
Cuando me empieza a inyectar, siento el dolor como si me estuviera pinchando el diablo en persona, trate de hacer fuerza en las manos para aguantar el dolor. Terminé encogiendo también las piernas. Dolía, y dolía mucho. La presión empezó a bajar, relaje las piernas, pero aun sentía un pequeño pinchazo, quería abrir los ojos para ver que todo había terminado, no me atreví hasta que ella me soltó la boca para alejarse con la aguja. La presión seguía, pero sabía que ya era psicológico –o algo así-. Mientras esperabamos a que la anestesia hiciera efecto me dice “fuiste muy valiente al pedirme la anestesia, la anestesia ahí al frente es donde más duele” NO ME JODAS, me hubiera dicho eso antes y no pido anestesia un fauno.
En fin, ya lo próximo era pura grima por el cochino sonido del taladrito. Creo que el resto ya es historia, la pobre mujer pudo terminar su trabajo sin verme quejándome todo el tiempo -con 'todo el tiempo' acoto que sí me quejé, pero más por el estres que por dolor (porque no sentía nada)-, se me calmaron un poquito los nervios, me arreglaron dos dientes frontales. Aun me falta volver para 4 arreglos mas en las muelas. Y tengo que sacarme todas las cordales, ¡Yeih! -.-‘
Cuando salí fui directo a verme la boca al baño, me gustó como quedaron los dientes, pero la bemba de burro que tenia no era nada normal. Tenía hocico en vez de labio. No sentía nada hasta hace como media hora que me levante –a penas llegue a mi casa me acosté en el sofá a dormir- y me percate de que ya no estaba tan hinchado, ya no parecía burro, no, ahora me duele la boca. Menos mal que comí mientras tenia la boca dormida, porque por ahora me duele mucho como para alimentarme.
Victoria B.
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