Aunque en este espacio nunca hablo de política (aún cuando me importa mucho y trato de mantenerme al día), creo que suele ser más un lugar de ver otras cosas, de escapar de la realidad en la que vivo -mi país- y refugiarme en los problemas del simple hecho de existir, problemas que podría tener en cualquier parte del mundo.
Pues bien, el día de hoy haré una excepción, lo siento pero es así, a los que no les interese o estén hastiados, aunque no me pongo intensa, si hablo de la situación. Así que pueden esperar al próximo post de no querer saber nada.
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Ayer, 7 de octubre, no sabia que decir. Hoy tampoco lo sé mucho.
Al momento en que Tibi nos dio los resultados, yo quedé en
estado de shock, no quería aceptarlo. Pasé al menos lo próximos 5 minutos
viendo la pantalla del televisor en mudo con desconcierto. Fue entonces cuando
entendí, “Perdimos, Victoria. Estamos jodidos”. Y entré entonces en un estado de
crisis, llanto descontrolado, sollozos. Eso se prolongó por una media hora,
cuando decidí debía bajar a verle la cara a mi madre. Más bien ella me la vio a
mí. Parecía un pez globo avergonzado (por lo hinchada, por lo mojada tenia la
cara y por el rojo intenso que combinaba con el color de mi pelo.)
Como mi mamá tenía compañía -una amiga de la familia que por
su casa se podía poner peligroso y vino a quedarse en la mía- entendí que debía
calmarme. Lo logré. No habían pasado tres minutos de eso cuando Capriles empezó
a hablar, y ese hombre me hizo llorar de nuevo.
Si. Así fue como reaccioné a la noticia que todos los
venezolanos recibimos ayer. No sentía odio, como muchos de mis amigos. No sentía
rencor… solo desesperanza. Lo único que Henrique me dijo que no sintiera.
He de decirles una cosa, el discurso de Henrique Capriles
ayer… wow.
Yo antes de eso creía en él, de verdad que sí. Pensaba que este era el
momento, admiro lo fuerte que ha trabajado durante toda su campaña, ese tipo es
un héroe. Pero con ese discurso ayer… jamás había escuchado un discurso así. Jamás
había sentido me hablaran directamente a mi, como poniéndome la mano al hombro
y diciéndome “Todo va a estar bien. Tú no perdiste, YO perdí, y yo no me estoy
dando por vencido, yo voy a seguir luchando. Lucha conmigo”. El carajo, sin duda alguna, nos
dijo que no se quedaría en paz hasta que nos quitara a este sujeto de encima.
Hay algo que debo decirles, yo hace mucho que estoy diciendo “Si
Chávez gana, el venezolano se merece todo lo que le pueda pasar.” Quizá no
todos los venezolanos, quizá no tú, que estás leyendo, quizá no tus amigos, quizá
no yo, quizá no mi familia. Pero más de la mitad de los venezolanos se merece
su vaina. Y, por lo menos yo, el día de hoy, prefiero decir que soy de las
venezolanas que se merece la vaina que los demás le echaron al hombro, a decir
que soy de las que se va y no asume ningún peso encima.
Yo me había ido a Inglaterra, y aunque mi mama me pidió que
me quedare en aquél lado del mundo, me negué. Yo me vuelvo. Y aquí estoy. Yo de
aquí no me voy a ir hasta que sienta que hay gente preparada volviendo. Hasta que
sienta que extranjeros vienen para quedarse, hasta que sienta que me voy, y no
estoy huyendo en manada con toda la fuerza intelectual del país, sino que me estoy
yendo como todos a tener una nueva experiencia y probablemente volver. Cuando
yo me vaya, será porque sienta que estoy dejando a mi país en buenas manos, en
manos de gente inteligente que lo trataran con cuidado y que lo amarán tanto
como yo lo hago.
Y yo creo firmemente que eso será posible, en algunos años
eso se va a poder. Porque tenemos un líder, tenemos quién nos lleve por esa
senda. Yo pongo las manos de mi país en la fuerza del Flaco y en el trabajo de
todos nosotros, que votamos por el, para que este régimen en el que vivimos
acabe.
Nadie ha dicho que será fácil, no lo ha sido hasta ahora. Y nadie
ha dichos será especialmente divertido, porque tampoco lo ha sido hasta ahora.
PERO ES POSIBLE, y todo lo bueno requiere de un gran esfuerzo, y si queremos
pasar de la desgracia a lo bueno, mas aún, ahí requieres de un esfuerzo
sobrehumano para conseguirlo.
Quiero decirles que yo ayer tenía la esperanza a millón. Creía
firmemente que ganaríamos. Yo pasé todo el día trabajando en la plataforma de
denuncias y la verdad no tenía mucho tiempo de enterarme de nada, de como
estaba la cuestión, de como se cocinaba la vaina. Solo sabía acerca de todo lo
que no estaba funcionando y de lo que se estaba haciendo para resolverlo.
Salí durante el día cuando me llevaron a votar, entre voté y
salí. Pareció un proceso expedito, pareció a los ojos del que ve desde fuera,
algo sin mucha relevancia. Yo por mi parte tenía el corazón latiéndome a
millón. Entré a mi mesa a votar constitución en mano. Puse mi huella ansiosa,
esperando a que me dijeran “Pase”. Cuando eso pasó, el corazón se descontroló y
me aferré a mi constitución como si fuera lo único me quedare en este mundo.
Presione la cara del flaco por ahí abajo. Lo vi sonriéndome en la pantalla y
presioné VOTAR. Salió mi voto, ansiosa por depositarlo solo vi que culminaba en
“onski” y feliz lo doblé y lo metí en la urna, pasé a la mesa siguiente, puse
mi huella, firmé con el mayor amor y cuidado que he firmado en meses y proseguí
a la parte más representativa del voto en Venezuela. La tinta. Quería mojar el
chiquito hasta la mitad, pero no pude; primero, porque el tipo estaba pichirre
y segundo, porque estaba pichirre porque se estaba acabando. Así que aunque le
llevé la contra, no pude sino pintarme la puntita, dibujarme un mini dedal al
dedo. No me importó y exploté, era todo sonrisas y lagrimas. Salí de mi mesa y
de mi centro de votación. Pasé los próximos cinco minutos viéndome el dedo y
sonriendo. La esperanza que sentía en ese momento, señores… no se las puedo
narrar. Yo sentía que me iba a explotar el pecho, que no cabía en mi tanta ilusión
y tanta alegría.
Eso se prolongó durante todo el día en aquellos momentos en
los que tenía tiempo de pensar en lo que realmente estaba pasando (que eran
pocos). A finales de la tarde no hacia sino escuchar a los que trabajaban
conmigo, felices, (algunos de esperanza y otros por rumores) y de repente
empecé a estar más y más segura “Ganamos” me decía.
Eso duró hasta el momento que llegué a casa, todas estaban desanimadas,
seguras de que no había sido así, luego leyeron a Nelson Bocaranda y solo
hablaban como si ya Tibisay hubiera salido a dar los resultados. Yo, nerviosa y
arrecha, me subí y me alejé de las chacharas… y de ahí en adelante, ya conocen
la historia. Dieron los resultados y senti se me venía encima el mundo, pues.
A lo que quiero llegar es: esa pasión que yo sentí ayer,
estoy segura MUCHOS venezolanos la sintieron. Y creo que la pasión puede mover
cualquier cosa. Somos mas de seis millones, más de seis millones que como yo
sintieron una gran emoción y que como yo sintieron que el mundo se les venía
encima al perder. Si todos nosotros hacemos algo, si no nos vamos, si luchamos….
Señores, podemos sacarnos a este simio de encima. No sé cuándo, pero podremos.
Señores, quiero que sepan algo, el día de ayer, forjamos historia. Y si tú fuiste a votar, si has estado participando previamente en lo que se está cocinando, ustedes fueron parte de ella.
Buscando esperanza,
Victoria B.