Lo quiero todo de ti. Quiero tu
tiempo, tu cariño, tus caricias, tus abrazos, tu cuerpo, tu amor, tus perfumes,
tus sonrisas, tus cosquillas, tus besos, tus chistes, tus histerias, tus
carcajadas.
Quiero saberlo todo de ti. Que me
cuentes tus memorias, tus cuentos, tus recuerdos, tus anécdotas, tus alegrías,
tus decepciones, tus malos humores, tus metidas de pata, tus fantasías, tus
sorpresas, tus anhelos, tus pasiones.
Quiero comprender como funciona tu
mente. Cómo es que analizas todo, cómo llegas a ciertas conclusiones, cómo
percibes al mundo, qué piensas cuando me ves fijamente a los ojos, qué piensas
cuando te acaricio la cara. Quiero saber cuales decisiones tomaste para llegar
a donde estas ahora, cuantos caminos viste cerrar, cuantas puertas no abriste.
Cuantas veces les piensas al día, para saber cuantos abrazos darte y así
regalarte si quiera un poco de paz.
Quiero de ti lo bueno y lo malo. Lo
divertido y lo desesperante. Quiero lo que eres y no lo que le muestras ser al
mundo. Quiero tus chistes y tus momentos de seriedad. Quiero el ser integral
que conforma a la persona perfectamente imperfecta que eres. A la persona que
tengo, a la persona que abrazo, que aprecio, que respeto y que, de momento, no
quiero se vaya de mi lado.
Quiero entonces que sepas que
de ti, lo quiero todo. Quiero todo lo que puedas darme. Quiero ser esa persona
que funciona como disco duro externo. Quiero ser tu otro yo. Quiero estar para
ti ahí, siempre que me necesites –y cuando no también.
De
ti lo quiero todo, porque tu a mi, me tienes atada.
Victoria
B.
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