Hay momentos en que extrañamente, nada de lo que uno escribe funciona.
Es como si tu cerebro se secara, se convierte en pasa, se vuelve sordo y deja de escuchar las historias que te cuenta el viento, deja de recibir las ideas que llegan bombeadas en la sangre desde el corazón. Simplemente, no eres capaz de escribir nada que sientas que valga la pena.
Cada línea, cada párrafo y cada página que logras teclear en algún momento y te hace sentir por algunos momentos vacios que 'has vuelto', simplemente al releerla te das cuenta que es basura, de que no hay forma de que eso sea algo mas que doloroso. Que si ese es tu regreso pues quizás nunca habías estado.
Pero ese increíble y asqueroso ego que tenemos todos te impide -la mayoría de las veces- de si quiera borrarlo, lo guardas pensando que quizás algún día puedas pensar debidamente y quizás seas capaz de reparar esa cochinada que acaba de salir de un tecleo intenso y desesperado. Un tecleteo en el que luchas contra tí mismo para hacer algo digno, algo digno de que cualquier otra persona lo lea y que no te averguence incluso a tí mismo al leerlo.
Lo curioso, es que falta de temas para escribir no me faltan. De hecho, tengo tantas cosas que contarles y tantas cosas que pasan por mi mente que me parece rídiculo no lograr escribir nada decente.
He llegado a la conclusión de que prefiero fallar a mis lectores dejando el blog sin entradas, que publicando la mierda que he escrito en estos últimos días.
Victoria B.
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